martes, 30 de julio de 2013

Diario de una ilusión

Momento 1

Este mes he dado uno de los pasos más importantes de mi vida.

Por fin creo estar preparada para empezar a tejer mi futuro junto a una criatura que posiblemente no haya ni siquiera nacido, pero aun así, ya es real en mi cabeza, y lo que es más importante, en mi corazón.



Pues sí. El martes 9 de julio a mis pensamientos les crecieron las alas de la esperanza, de la ilusión. Acudí a una reunión informativa, donde se disiparon muchas dudas, y nacieron otras nuevas. Pero estoy contenta, porque ya he subido el primer escalón de muchos que vendrán.

Asusta la cantidad de papeles que hay que rellenar, los numerosos documentos que hay que leer. La información que tengo que procesar es inmensa. Pero, ¿quién dijo miedo? Además, ya me han advertido que el recorrido es muy largo, así que es el momento de ponerme a prueba, y sobre todo, mi paciencia, porque el día que en el mundo se hizo el reparto de esta cualidad, a mi me dejaron fuera.

¿Y por qué ahora? Bien, todo tiene su explicación: hace años me prometí a mi misma que si conseguía mi plaza como funcionaria, iniciaría un expediente de adopción. Quien bien me conoce sabe que he pasado por unos baches tremendos hasta llegar a donde estoy, sobre todo altibajos emocionales que me hacía dudar acerca de presentarme o no a las oposiciones. Finalmente rompí las barreras mentales autoimpuestas, y me aventuré, me lancé a la piscina.

El resultado, éste:


A principios de julio, casi coincidiendo con mi cumpleaños, se celebró el acto de la toma de posesión: ¡¡ya soy, oficialmente, funcionaria!!

Y tras ésto, por fin, estoy en disposición de decir que mi proyecto vital se amplía.

Ya iré contando cómo me van las cosas. Y siempre que lo haga, será mediante este color, el verde esperanza. Por lo pronto, me encuentro reuniendo documentación. Si todo va como espero, presentaré los primeros papeles en el mes de septiempre, y será entonces cuando todo empiece realmente a caminar. Al menos de forma oficial.

Espero que la magia de mi Pez Volador convierta mis anhelos en palabras de ilusión. Al fin y al cabo, ésto es por y para mis niños queridos y los de ustedes. Y cuando por fin tenga a mi pequeñ@ a mi lado, podrá leer a través de este Diario sus cómo o sus por qué.

Gracias por dejarme compartir esta "peasso de novedad" con todos.

Besos y más besos.

P D: Como soy novata en estas lides, estaré encantada de recibir todo tipo de consejos y ánimos varios.

Como se diría en el país del que vendrá mi pequeñ@ (o al menos eso es lo que asegura el traductor de Google): फिर, तुम बहुत ज्यादा है और कई चुंबन धन्यवाद, o lo que es lo mismo, "Una vez más, muchas gracias y muchos besos".

En cuanto al país, más datos próximamente...

martes, 9 de julio de 2013

Leer un ratito cada día

Hola mi pequeño, ¿qué tal estás?
Hola Paz. Pues muy bien, jugando sin parar, ahora que no tengo cole.
Vaya, qué suerte tienes. Bueno, espero que estés disfrutando. Pero oye, amiguito, quiero que no te olvides de una cosa muy importante, al menos para mi.
¿De qué se trata?, ¿tengo que hacer deberes? ¡Si lo aprobé todo!
Nooo, eso no. Lo que te pido es que no te olvides de leer un poquitín cada día. Yo te ayudaré, te ofreceré libros chulos, y si quieres, lo haremos juntos. Hay un sin fin de amigos que te están esperando detrás de cada palabra. 


¡Uaalaa!, a estos los conozco. Jo, Paz, claro que leeré un ratito todos los días. Y tú también, conmigo, juntitos. ¿Me lo prometes tú a mí?
Por supuesto que te lo promete. Venga, vamos con el momento lectura de hoy. ¿Preparado?
Síiii.
Genial. Pues vamos con una nueva aventura de La Princesa Colorines.

 LA PROHIBICIÓN


Hola, soy la Princesa Colorines, y ésta es una de mis historias.

A menudo me pregunto el por qué de muchas cosas. Por ejemplo, ¿por qué tengo el pelo naranja?, ¿por qué los ojos de mi padre son verdes?, ¿por qué Canelo tiene las orejas largas y peludas?, ¿por qué mi madre canta tan bien? En fin, cuando alguna de estas preguntas viene a mi, me siento a pensar mucho rato, y cuando no encuentro ninguna respuesta, bajo a la biblioteca, donde siempre está mi abuelito Faro Azul, y me ayuda a buscar las respuestas en lo libros.

Tenemos muchos, libros, quiero decir, no abuelitos.

Grandes, pequeños, delgados, muy muy gordos. Con dibujos o sin ellos. Pero lo más importante es que mi abuelito los conoce todos, y siempre me dice que los libros son nuestros amigos, y que ellos nos enseñan muchas cosas, siempre y cuando estemos dispuestos a leer atentamente, y a dejarnos llevar por su magia.

Bueno, y debo decir que Canelo también tiene libros. Libros blanditos, para que él pueda pasar sus páginas, y que están escritos en el lenguaje de los perros. Sí, el “guauñol”. A veces, cuando él está leyendo, me pide que le ayude, y lo hace siempre igual.

Se pone de espaldas al libro, y con su rabo me señala lo que no entiende. Y yo, que le quiero mucho, le digo qué pone. Claro, es que yo se hablar, leer y escribir también el guauñol. Me enseñó mi abuelo, que lo aprendió de su padre, y su padre de su padre. Y todo para poder comunicarnos mejor con nuestras mascotas.

Y no es casualidad que Canelo sea hijo de Marrón, el perro de mi padre. Y Marrón, hijo de Oscurita, la mascota de mi abuelo.

Lo gracioso es que en la biblioteca están colgados los retratos de mis antepasados, y todos fueron pintados junto a sus perros. Algún día yo también tendré un cuadro aquí, y en él estaremos Canelo y yo, juntos, como siempre.

Pues un día, corrí desde mi cuarto hasta la biblioteca, buscando a mi abuelo, porque tenía una pregunta muy importante que hacerle.

-Abuelo, abuelo, ¿dónde estás?

-Abuelito, ¿estás en la biblioteca?

Abrí despacio la puerta, y asomé la cabeza. Pero ahí no estaba, no había nadie. Entré sigilosamente, y cuando fui a encender la luz, ¡ay, que susto más grande me llevé! Mi abuelo me cogió en volandas, y me dijo:

-¡Ajá, te pillé!

Es verdad, siempre estay dándole sustos a mi abuelo, y me escondo a propósito para que tenga que encontrarme, y me disfrazo de fantasma, y le cambio sus cosas de lugar a propósito.

Cuando hago algo de esto, siempre me dice muy serio:

-Pequeña, algún día te pillaré yo a ti, ya lo verás.

Y desde luego, hoy lo hizo.

Cuando me tenía en brazos, me dio dos besos en los mofletes, me miró fijamente, y me preguntó:

-A ver, cariño, ¿qué pregunta tienes hoy para mi?

Y yo, directamente, le dije:

-Abuelo, ¿por qué papá y mamá me tienen prohibido atravesar el río?

Me dejó en el suelo, me cogió de la mano, y nos sentamos, uno al lado del otro, en el sillón que está junto a la ventana. Canelo también se sentó, pero no en el sillón, sino en la alfombra que estaba delante.

Entonces mi abuelo me dijo:

-Creo que ha llegado la hora de que conozcas la historia.

“Verás. Hace muchos años, cuando tu papá era un niño más o menos de tu edad, se fue de paseo con su perro Marrón. Los dos salían todos los días, hiciera frío o calor. Igual que haces tú con Canelo, o igual que hacía yo con Oscurita.

Lo cierto es que un día, como te digo, salió, pero no volvió. Ni ese día, ni el siguiente, ni el otro.

Imagínate lo preocupados que estábamos todos. Salimos a buscarle. Fuimos por todas partes. Nos ayudaron los vecinos, todos y cada uno estuvimos día y noche caminando por todas partes, pero no lo encontramos. Fuimos a la playa, cruzamos el río, recorrimos palmo a palmo el bosque, y nada. No había rastro ni de él, ni de Marrón.

Al tercer día, cuando por fin conseguí quedarme dormido, noté como alguien me daba un beso en la frente, y me susurraba al oído:

-Buenas noches, papá. Ya estoy en casa.

Abrí lo ojos, y ahí estaba, de pie, a mi lado. Se notaba que estaba cansado, así que lo cogí en brazos, lo abracé muy fuerte, lo llevé a su cama, lo arropé, y esperé a que se durmiera.

Al día siguiente, lo vi bajar las escaleras, y cuando me vio, se acercó y me dijo:

-Lo siento, papá. Pero te prometa que no fue culpa mía, fue de la puerta violeta”.

Cuando mi abuelo nombró la puerta violeta, me puse muy nerviosa, porque yo también sabía dónde estaba esa puerta. Lo que no me podía imaginar es que mi padre también.

Entonces mi abuelo me contó que mi padre le había dicho que había resbalado con una piedra, en el río, y se hizo una herida muy fea. Como estaba un poco lejos de casa, creyó que era mejor esperar un poco a que dejara de dolerle la rodilla.

Pero hacía calor ese día, así que fue al bosque, a buscar algo de sombrita. Y allí, entre los árboles encontró una extraña puerta, que según tu padre, estaba un poco abierta. Así que entró sin más, pensando que daría con un lugar fresco.

Tu papá nunca me ha contado lo que pasó al otro lado de la puerta, pero eso sí, me dijo que alguien le ayudó, que le curaron la herida, que dieron de comer y beber a Marrón, y que le indicaron el camino de vuelta, la salida de ese extraño lugar que parecía un hospital.

¿Un hospital?, pregunté yo.

“Sí, un hospital. Eso es lo que nos contó tu papá.

Tu abuela y yo nos asustamos tanto, que no queríamos que eso volviera a ocurrir. Así que le prohibimos que atravesara el río, porque sabíamos que si no lo hacía, no llegaría al bosque, y no daría con esa puerta, y no desaparecería durante tres días.

Y por eso él también te lo ha prohibido a ti, para que no te pase nada”.

Ahora que conocía la verdad, no sabía qué hacer, si volver al bosque, o hacer caso a todos.

Y mientras pensaba y pensaba, vi a mi padre en el jardín.

Me acerqué a él. Le di un beso. Le abracé y le guiñé un ojo.

Y cuando me preguntó que por qué le había guiñado el ojo, yo le dije:

-Perdóname, papi, pero yo también encontré la puerta.

Él me sonrió, y me dijo:

-Ya lo sabía.

FIN 

¿Te ha gustado, cariño?
¿Gustado? No, me ha encantadoooo. ¿Me dejas que me lo lleve a la playa y se lo lea a mis amiguitos?
Claro que sí. Un besito para ti, y otro para nuestros niños queridos
Te dejo con una divertida canción veraniega de Ross Lynch, llamada "Na, Na, Na (The Vacation Song)".



Chachi, Paz, muchas gracias y otro besito para ti