jueves, 24 de octubre de 2013

La naturaleza y sus raíces

A Jimena

Creo que hay personas que están ligadas profundamente a la tierra. Abrazar a uno de estos seres es como abrazar a un árbol. Notas su sangre como la savia. Sus brazos son ramas que te transmiten toda la fuerza del sol, la magia de la luna, los secretos de las estrellas. 

Tengo la inmensa suerte de conocer a una de estas personas, y doy gracias a los elementos por haberla puesto en mi camino, y lo más importante, mantenerla en la senda de mi vida.

Bien, pues ella, ahora más que nunca, está llena de energía. Y no es para menos, porque en estos momentos están creciendo en su interior las más profundas raíces, aquellas que, si cabe, la mantendrán ligada a la naturaleza de por vida. Porque, ¿qué hay más natural que el milagro de la creación?



Bien, pues quizás por casualidad, quizás por azar, hace aproximadamente un mes me encontraba dando un paseo por uno de los muchos lugares de Madrid que me encantan. La Cuesta Moyano es una calle en la que se guardan y venden auténticos tesoros. Los amantes de los libros tienen, tenemos ahí un oasis en el que nadar, bucear y encontrar joyitas. 

Como digo, iba en busca de literatura infantil especial, de esa que tanto me gusta y que les voy presentando en cada nueva entrada de mi Pez; y en uno de los puestos encontré una edición de 1964 de El libro de la selva, del autor británico Rudyard Kipling. Los dos volúmenes están muy bien conservados, y pertenecen a una publicación de El Círculo de Lectores.

                            

Cuando los tuve en las manos, casi como un flash, me vino a la cabeza la persona de la que estoy hablando hoy. ¿Y por qué?; porque ella es naturaleza en estado puro, y estos cuentos, porque nacieron con ese espíritu, son también naturaleza, selva, valores, sentimientos. Vida, al fin y al cabo.

Como decía, Kipling ideó esta obra como una serie en la que cada capítulo era independiente del anterior, aunque llevara una historia continuada detrás. Narra la vida de Mowgli, un niño perdido en una selva de India, y que es criado por una manada de lobos. Con ellos, y con el resto de habitantes de ese rincón del planeta, crecerá feliz y respetando tanto a los animales y plantas que le rodean como a los humanos, esa raza a la que él pertenece y que le volverá a acoger tras un sin fin de aventuras.

Esta fue la portada de la primera edición, de 1894, que a modo de curiosidad les apunto que fue diseñada por John Lockwood Kipling, padre del escritor:


Hoy, 24 de octubre, Día Internacional de la Biblioteca, me siento feliz porque he contribuído a que la de ELLA se llene de un pedacito de selva, de tierra, de naturaleza. Tal y como le he dicho, este libro es para que lo lea junto a su retoño. Y va a tener que emplearse a fondo, porque no tiene ilustraciones, así que la pequeña va a desarrollar su imaginación de la mano y la voz de su mamá.

A todos ustedes, le animo a que disfruten de lecturas como ésta junto a sus niños queridos. Ellos aprenderán a respetar el medio natural de una forma divertida y amena, y las lecciones morales que saquen de estas páginas podrán transmitirlas cuando sean mayores.

Hoy me despido con un temita de la película de 1960 con la que Walt Disney rindió tributo al británico ganador del Premio Nobel de Literatura.


 Besos vitales y abrazos de oso para todos...