jueves, 24 de octubre de 2013

La naturaleza y sus raíces

A Jimena

Creo que hay personas que están ligadas profundamente a la tierra. Abrazar a uno de estos seres es como abrazar a un árbol. Notas su sangre como la savia. Sus brazos son ramas que te transmiten toda la fuerza del sol, la magia de la luna, los secretos de las estrellas. 

Tengo la inmensa suerte de conocer a una de estas personas, y doy gracias a los elementos por haberla puesto en mi camino, y lo más importante, mantenerla en la senda de mi vida.

Bien, pues ella, ahora más que nunca, está llena de energía. Y no es para menos, porque en estos momentos están creciendo en su interior las más profundas raíces, aquellas que, si cabe, la mantendrán ligada a la naturaleza de por vida. Porque, ¿qué hay más natural que el milagro de la creación?



Bien, pues quizás por casualidad, quizás por azar, hace aproximadamente un mes me encontraba dando un paseo por uno de los muchos lugares de Madrid que me encantan. La Cuesta Moyano es una calle en la que se guardan y venden auténticos tesoros. Los amantes de los libros tienen, tenemos ahí un oasis en el que nadar, bucear y encontrar joyitas. 

Como digo, iba en busca de literatura infantil especial, de esa que tanto me gusta y que les voy presentando en cada nueva entrada de mi Pez; y en uno de los puestos encontré una edición de 1964 de El libro de la selva, del autor británico Rudyard Kipling. Los dos volúmenes están muy bien conservados, y pertenecen a una publicación de El Círculo de Lectores.

                            

Cuando los tuve en las manos, casi como un flash, me vino a la cabeza la persona de la que estoy hablando hoy. ¿Y por qué?; porque ella es naturaleza en estado puro, y estos cuentos, porque nacieron con ese espíritu, son también naturaleza, selva, valores, sentimientos. Vida, al fin y al cabo.

Como decía, Kipling ideó esta obra como una serie en la que cada capítulo era independiente del anterior, aunque llevara una historia continuada detrás. Narra la vida de Mowgli, un niño perdido en una selva de India, y que es criado por una manada de lobos. Con ellos, y con el resto de habitantes de ese rincón del planeta, crecerá feliz y respetando tanto a los animales y plantas que le rodean como a los humanos, esa raza a la que él pertenece y que le volverá a acoger tras un sin fin de aventuras.

Esta fue la portada de la primera edición, de 1894, que a modo de curiosidad les apunto que fue diseñada por John Lockwood Kipling, padre del escritor:


Hoy, 24 de octubre, Día Internacional de la Biblioteca, me siento feliz porque he contribuído a que la de ELLA se llene de un pedacito de selva, de tierra, de naturaleza. Tal y como le he dicho, este libro es para que lo lea junto a su retoño. Y va a tener que emplearse a fondo, porque no tiene ilustraciones, así que la pequeña va a desarrollar su imaginación de la mano y la voz de su mamá.

A todos ustedes, le animo a que disfruten de lecturas como ésta junto a sus niños queridos. Ellos aprenderán a respetar el medio natural de una forma divertida y amena, y las lecciones morales que saquen de estas páginas podrán transmitirlas cuando sean mayores.

Hoy me despido con un temita de la película de 1960 con la que Walt Disney rindió tributo al británico ganador del Premio Nobel de Literatura.


 Besos vitales y abrazos de oso para todos...

viernes, 6 de septiembre de 2013

Feliz vuelta al cole...

¿Ya están las mochilas preparadas?

Muchos de nuestros niños queridos empiezan estos días sus clases. La aventura del saber está a punto de dar el pistoletazo de salida y es el momento de infundirles el ánimo suficiente para que aprovechen cada nuevo conocimiento. Papis, abuelos, familiares, amigos, paciencia y mucho ánimo, que el curso escolar es largo.

Este hecho me recuerda un libro que tengo en mi biblioteca particular, y que fue publicado por Ediciones Junior, del Grupo Editorial Grijalbo. Se trata de "Vamos al colegio", de 1975, con texto de Ute Anderson, e ilustraciones de Barbara von Johnson.


Narraba los nervios y las vivencias de unos chiquill@s en su primer día de cole. Reconozco que mi ejemplar está muy gastadillo, porque en casa lo leimos, ojeamos y remiramos cientos de veces. 

En esta foto se pueden ver las marcas de mis hermanas y mías, de lo que nos entreteníamos con sus dibujos al detalle.


Mi clase nunca fue así, ni mis compañeros tampoco, pero al menos a mi me gustaba imaginarme sentada en una de esas sillas, en uno de esos pupitres, observando a mis amiguitos haciendo de las suyas.

Como siempre, me gusta ofrecer la posibilidad de adquirir el ejemplar del que hablo. Ya se podrán imaginar, dado los años de su publicación, que el libro está descatalogado. Pero se puede compar en portales de segunda mano como éste:


Bueno, espero que les guste tanto como a mi Pez y a mi.

Un besito a todos, y ya saben, ahora que empieza el cole, sigan con sus mimos y juegos, aprovechen el tiempo con sus niños queridos

¡Feliz vuelta a la escuela!

jueves, 8 de agosto de 2013

Recuerdos en venta

Estos días retomo una nota que escribí hace unos dos años en Facebook, y que hablaba de la venta de una casa muy especial. En ella viví muchas cosas de la mano de uno de los seres más entrañables que han pasado por mi vida: mi abuela Lola.

 

"Normalmente la venta de una casa es sinónimo de alegría para los propietarios, sobre todo si el inmueble lleva bastante tiempo con carteles en sus ventanas, con anuncios en inmobiliarias, y con el boca a boca ya agotado.

Por un lado, es un alivio, sin duda. Pero por otro, y sobre todo cuando hay una gran carga emocional de por medio, supone un nudo en el estómago difícil de explicar.

Estos días estoy viendo una publicidad en la televisión que habla de un “banco de recuerdos”, y eso me ha hecho pensar en esta casa en particular. Podría hablar de cómo en ella me enteré de que los Reyes Magos eran los padres (bueno, en mi caso, padres, tíos, abuelos, etc.), porque espié a través de una ventana del pasillo, que daba a un cuarto donde se iban almacenando los regalos, y donde los mayores hablaban de ello con una aparente total intimidad.  Podría hablar del apaño que me hizo mi abuela en una de mis primeras reglas (la casa está cerca de mi colegio), y acudí a ella porque no sabía qué hacer. Podría hablar de cómo me escondí/encerré en uno de los cuartos, en un arranque de dramatismo pre adolescente cuando suspendí un montón de asignaturas en 6º de E. G. B., y no quería ir a mi casa (nunca fui buena estudiante, y empecé a catear pronto). Podría hablar de cómo me subía a una de las sillas de la cocina para alcanzar una caja que estaba en una alacena, y en la que siempre había dulces y galletas. Incluso podría hablar de uno de mis últimos recuerdos vinculados a ese salón: mi padre pelando langostinos, y mi abuela, con un dedito travieso, se los iba poniendo en su plato. Fueron las últimas navidades de los dos.

Debo reconocer que soy una persona muy apegada a sus recuerdos, y que eso no siempre es bueno, porque me ata a un pasado que ya no existe. Estos días se me acumulan cientos de esos recuerdos en la cabeza. ¿También se van a vender? ¿Existe una cláusula especial en los contratos de compra/venta donde vengan contemplados? ¿Entenderá el notario que no es una casa cualquiera? Sí. No. No.

Sólo espero que pronto haya otros niños deslizándose por la barandilla de la entrada; que haya otra abuela saludando desde el balcón; que se guarden secretos entre sus paredes; que proporcione felicidad a los nuevos propietarios.

Ahora tengo que ser yo la que se despida de ella, y asumir que es el cierre definitivo de una etapa, de un ciclo."

Rescato estas letras porque la semana que viene, esa vivienda pasará a manos de otra propietaria, y sí, el hecho me pone un poco nostálgica. Sé que mis recuerdos vinculados a ella, a la casa de mi abuela, vivirán siempre conmigo, y tendrán un hueco muy especial en mi corazón. 

Ésto me lleva a un libro que ya está descatalogado, pero que es un fiel reflejo del cómo me sentía allí:




Se trata de una joyita escrita e ilustrada por Juan Ferrandiz Castell, y que fue publidaca por Edigraf ni más ni menos que en 1975. Cómo he comentado antes, esta obra ya se encuentra descatalogada, pero he encontrado una página a través de la cual se puede comprar: Iberlibro 

En fin, mi Pez Volador y yo nos vamos ahora a jugar un ratito con mi abuela. Porque que no esté físicamente no significa que no viva en mi y en mi presente. 

Les deseo que si son nietos, o abuelos, se quieran mucho, y que transmitan a sus niños queridos el amor por esos seres mayores que tantas cosas nos aportan. 

Besos mimosos 

martes, 30 de julio de 2013

Diario de una ilusión

Momento 1

Este mes he dado uno de los pasos más importantes de mi vida.

Por fin creo estar preparada para empezar a tejer mi futuro junto a una criatura que posiblemente no haya ni siquiera nacido, pero aun así, ya es real en mi cabeza, y lo que es más importante, en mi corazón.



Pues sí. El martes 9 de julio a mis pensamientos les crecieron las alas de la esperanza, de la ilusión. Acudí a una reunión informativa, donde se disiparon muchas dudas, y nacieron otras nuevas. Pero estoy contenta, porque ya he subido el primer escalón de muchos que vendrán.

Asusta la cantidad de papeles que hay que rellenar, los numerosos documentos que hay que leer. La información que tengo que procesar es inmensa. Pero, ¿quién dijo miedo? Además, ya me han advertido que el recorrido es muy largo, así que es el momento de ponerme a prueba, y sobre todo, mi paciencia, porque el día que en el mundo se hizo el reparto de esta cualidad, a mi me dejaron fuera.

¿Y por qué ahora? Bien, todo tiene su explicación: hace años me prometí a mi misma que si conseguía mi plaza como funcionaria, iniciaría un expediente de adopción. Quien bien me conoce sabe que he pasado por unos baches tremendos hasta llegar a donde estoy, sobre todo altibajos emocionales que me hacía dudar acerca de presentarme o no a las oposiciones. Finalmente rompí las barreras mentales autoimpuestas, y me aventuré, me lancé a la piscina.

El resultado, éste:


A principios de julio, casi coincidiendo con mi cumpleaños, se celebró el acto de la toma de posesión: ¡¡ya soy, oficialmente, funcionaria!!

Y tras ésto, por fin, estoy en disposición de decir que mi proyecto vital se amplía.

Ya iré contando cómo me van las cosas. Y siempre que lo haga, será mediante este color, el verde esperanza. Por lo pronto, me encuentro reuniendo documentación. Si todo va como espero, presentaré los primeros papeles en el mes de septiempre, y será entonces cuando todo empiece realmente a caminar. Al menos de forma oficial.

Espero que la magia de mi Pez Volador convierta mis anhelos en palabras de ilusión. Al fin y al cabo, ésto es por y para mis niños queridos y los de ustedes. Y cuando por fin tenga a mi pequeñ@ a mi lado, podrá leer a través de este Diario sus cómo o sus por qué.

Gracias por dejarme compartir esta "peasso de novedad" con todos.

Besos y más besos.

P D: Como soy novata en estas lides, estaré encantada de recibir todo tipo de consejos y ánimos varios.

Como se diría en el país del que vendrá mi pequeñ@ (o al menos eso es lo que asegura el traductor de Google): फिर, तुम बहुत ज्यादा है और कई चुंबन धन्यवाद, o lo que es lo mismo, "Una vez más, muchas gracias y muchos besos".

En cuanto al país, más datos próximamente...

martes, 9 de julio de 2013

Leer un ratito cada día

Hola mi pequeño, ¿qué tal estás?
Hola Paz. Pues muy bien, jugando sin parar, ahora que no tengo cole.
Vaya, qué suerte tienes. Bueno, espero que estés disfrutando. Pero oye, amiguito, quiero que no te olvides de una cosa muy importante, al menos para mi.
¿De qué se trata?, ¿tengo que hacer deberes? ¡Si lo aprobé todo!
Nooo, eso no. Lo que te pido es que no te olvides de leer un poquitín cada día. Yo te ayudaré, te ofreceré libros chulos, y si quieres, lo haremos juntos. Hay un sin fin de amigos que te están esperando detrás de cada palabra. 


¡Uaalaa!, a estos los conozco. Jo, Paz, claro que leeré un ratito todos los días. Y tú también, conmigo, juntitos. ¿Me lo prometes tú a mí?
Por supuesto que te lo promete. Venga, vamos con el momento lectura de hoy. ¿Preparado?
Síiii.
Genial. Pues vamos con una nueva aventura de La Princesa Colorines.

 LA PROHIBICIÓN


Hola, soy la Princesa Colorines, y ésta es una de mis historias.

A menudo me pregunto el por qué de muchas cosas. Por ejemplo, ¿por qué tengo el pelo naranja?, ¿por qué los ojos de mi padre son verdes?, ¿por qué Canelo tiene las orejas largas y peludas?, ¿por qué mi madre canta tan bien? En fin, cuando alguna de estas preguntas viene a mi, me siento a pensar mucho rato, y cuando no encuentro ninguna respuesta, bajo a la biblioteca, donde siempre está mi abuelito Faro Azul, y me ayuda a buscar las respuestas en lo libros.

Tenemos muchos, libros, quiero decir, no abuelitos.

Grandes, pequeños, delgados, muy muy gordos. Con dibujos o sin ellos. Pero lo más importante es que mi abuelito los conoce todos, y siempre me dice que los libros son nuestros amigos, y que ellos nos enseñan muchas cosas, siempre y cuando estemos dispuestos a leer atentamente, y a dejarnos llevar por su magia.

Bueno, y debo decir que Canelo también tiene libros. Libros blanditos, para que él pueda pasar sus páginas, y que están escritos en el lenguaje de los perros. Sí, el “guauñol”. A veces, cuando él está leyendo, me pide que le ayude, y lo hace siempre igual.

Se pone de espaldas al libro, y con su rabo me señala lo que no entiende. Y yo, que le quiero mucho, le digo qué pone. Claro, es que yo se hablar, leer y escribir también el guauñol. Me enseñó mi abuelo, que lo aprendió de su padre, y su padre de su padre. Y todo para poder comunicarnos mejor con nuestras mascotas.

Y no es casualidad que Canelo sea hijo de Marrón, el perro de mi padre. Y Marrón, hijo de Oscurita, la mascota de mi abuelo.

Lo gracioso es que en la biblioteca están colgados los retratos de mis antepasados, y todos fueron pintados junto a sus perros. Algún día yo también tendré un cuadro aquí, y en él estaremos Canelo y yo, juntos, como siempre.

Pues un día, corrí desde mi cuarto hasta la biblioteca, buscando a mi abuelo, porque tenía una pregunta muy importante que hacerle.

-Abuelo, abuelo, ¿dónde estás?

-Abuelito, ¿estás en la biblioteca?

Abrí despacio la puerta, y asomé la cabeza. Pero ahí no estaba, no había nadie. Entré sigilosamente, y cuando fui a encender la luz, ¡ay, que susto más grande me llevé! Mi abuelo me cogió en volandas, y me dijo:

-¡Ajá, te pillé!

Es verdad, siempre estay dándole sustos a mi abuelo, y me escondo a propósito para que tenga que encontrarme, y me disfrazo de fantasma, y le cambio sus cosas de lugar a propósito.

Cuando hago algo de esto, siempre me dice muy serio:

-Pequeña, algún día te pillaré yo a ti, ya lo verás.

Y desde luego, hoy lo hizo.

Cuando me tenía en brazos, me dio dos besos en los mofletes, me miró fijamente, y me preguntó:

-A ver, cariño, ¿qué pregunta tienes hoy para mi?

Y yo, directamente, le dije:

-Abuelo, ¿por qué papá y mamá me tienen prohibido atravesar el río?

Me dejó en el suelo, me cogió de la mano, y nos sentamos, uno al lado del otro, en el sillón que está junto a la ventana. Canelo también se sentó, pero no en el sillón, sino en la alfombra que estaba delante.

Entonces mi abuelo me dijo:

-Creo que ha llegado la hora de que conozcas la historia.

“Verás. Hace muchos años, cuando tu papá era un niño más o menos de tu edad, se fue de paseo con su perro Marrón. Los dos salían todos los días, hiciera frío o calor. Igual que haces tú con Canelo, o igual que hacía yo con Oscurita.

Lo cierto es que un día, como te digo, salió, pero no volvió. Ni ese día, ni el siguiente, ni el otro.

Imagínate lo preocupados que estábamos todos. Salimos a buscarle. Fuimos por todas partes. Nos ayudaron los vecinos, todos y cada uno estuvimos día y noche caminando por todas partes, pero no lo encontramos. Fuimos a la playa, cruzamos el río, recorrimos palmo a palmo el bosque, y nada. No había rastro ni de él, ni de Marrón.

Al tercer día, cuando por fin conseguí quedarme dormido, noté como alguien me daba un beso en la frente, y me susurraba al oído:

-Buenas noches, papá. Ya estoy en casa.

Abrí lo ojos, y ahí estaba, de pie, a mi lado. Se notaba que estaba cansado, así que lo cogí en brazos, lo abracé muy fuerte, lo llevé a su cama, lo arropé, y esperé a que se durmiera.

Al día siguiente, lo vi bajar las escaleras, y cuando me vio, se acercó y me dijo:

-Lo siento, papá. Pero te prometa que no fue culpa mía, fue de la puerta violeta”.

Cuando mi abuelo nombró la puerta violeta, me puse muy nerviosa, porque yo también sabía dónde estaba esa puerta. Lo que no me podía imaginar es que mi padre también.

Entonces mi abuelo me contó que mi padre le había dicho que había resbalado con una piedra, en el río, y se hizo una herida muy fea. Como estaba un poco lejos de casa, creyó que era mejor esperar un poco a que dejara de dolerle la rodilla.

Pero hacía calor ese día, así que fue al bosque, a buscar algo de sombrita. Y allí, entre los árboles encontró una extraña puerta, que según tu padre, estaba un poco abierta. Así que entró sin más, pensando que daría con un lugar fresco.

Tu papá nunca me ha contado lo que pasó al otro lado de la puerta, pero eso sí, me dijo que alguien le ayudó, que le curaron la herida, que dieron de comer y beber a Marrón, y que le indicaron el camino de vuelta, la salida de ese extraño lugar que parecía un hospital.

¿Un hospital?, pregunté yo.

“Sí, un hospital. Eso es lo que nos contó tu papá.

Tu abuela y yo nos asustamos tanto, que no queríamos que eso volviera a ocurrir. Así que le prohibimos que atravesara el río, porque sabíamos que si no lo hacía, no llegaría al bosque, y no daría con esa puerta, y no desaparecería durante tres días.

Y por eso él también te lo ha prohibido a ti, para que no te pase nada”.

Ahora que conocía la verdad, no sabía qué hacer, si volver al bosque, o hacer caso a todos.

Y mientras pensaba y pensaba, vi a mi padre en el jardín.

Me acerqué a él. Le di un beso. Le abracé y le guiñé un ojo.

Y cuando me preguntó que por qué le había guiñado el ojo, yo le dije:

-Perdóname, papi, pero yo también encontré la puerta.

Él me sonrió, y me dijo:

-Ya lo sabía.

FIN 

¿Te ha gustado, cariño?
¿Gustado? No, me ha encantadoooo. ¿Me dejas que me lo lleve a la playa y se lo lea a mis amiguitos?
Claro que sí. Un besito para ti, y otro para nuestros niños queridos
Te dejo con una divertida canción veraniega de Ross Lynch, llamada "Na, Na, Na (The Vacation Song)".



Chachi, Paz, muchas gracias y otro besito para ti
   
 
 
 

domingo, 23 de junio de 2013

La solución...

¡Vaya despiste!
Escribí el post sobre la Educación Vial, el de Aprender jugando, y se me fue el santo al cielo. Claro, como aun estaba emocionada con las cariñosas palabras de profesores y alumnos, incumplí una promesa. Pero que conste que no fue a propósito.
Vale, pues aquí va la solución al enigma que planteé cuando hablé del libro Manual de los jóvenes castores. Bueno, corrijo, el reto que le propuse a mi pez para que jugara con sus amiguitos en caso de que haga mal tiempo cuando esté De campamento.
Era éste, ¿lo recuerdan?:


Venga, preparen lápiz y papel, que ésto se resuelve así:


Voilá...
¿A qué es más fácil de lo que parecía? Pues venga, inténtenlo, para que puedan jugar con sus niños queridos.
A mi me ha salido un poco chuchurrío, pero lo he logrado.
Besitos de domingo.

P. D.: Pequeños, díganle a sus mayores que les pongan esta peli cualquier tarde de estas, antes de ir al campamento. Vale, es un pelín antigua, concretamente de 1961, pero la repiten bastante en televisión, y en internet se localiza con mucha facilidad.
Se llama Tú a Boston y yo a California, y buena parte de la trama se desarrolla en un campamento de verano, donde pasan cosas divertidas, que, por supuesto, tendrán consecuencias. 



Bien, ahora sí, muchos muchos muchos besos...

martes, 18 de junio de 2013

Aprender jugando

-Hola Pez, ¿cómo está mi niño?
-Bueno, un poquito enfadado contigo, porque me encuentro muy solito.
-Ya lo sé, pequeño. He estado muy muy liada, y reconozco que te he tenido un poquitín abandonado. ¿Me perdonarás?
-Uhmm, solo a condición de que me cuentes con qué has estado tan entretenida.
-Vale. Verás, en primer lugar, no sé si recordarás que nos volcamos en la organización de una cena muy especial, y que tuvo lugar el 8 de junio.
-Sí, claro que lo recuerdo. La II Cena Solidaria de la AEHTF, ¿no?
-Eso es. Bien, pues salió todo muy bien, y la gente de Fuerteventura demostró una vez más que en la isla late un corazón muy grande. Mira, te enseño una foto del evento, para que veas el ambiente que se respiró ese día.

    
-Guau, ¡¡salón lleno!!
-Sí, cariño. A tope. Y lo mejor de todo es que detrás de cada uno de los asientos que ves ocupados, hubo, hay, un granito de arena en la lucha contra el cáncer, y en barriguitas llenas de niñ@s de la isla que lo están pasando mal por culpa de la crisis.
-Felicidades a ti, Paz, y a todos los que lo hicieron posible.
-Gracias cariño.
-Bueno, vale, pero ésto ocurrió el 8 de junio. ¿En qué has estado metida desde entonces?; ¿por qué no me has hecho caso en tooooodo este tiempo?
-Te cuento. Estoy acudiendo a varios colegios a pasar un ratito con los más pequeños, enseñándoles lo importante que es comportarnos de forma correcta en la calle, tanto como peatones, como pasajeros de un coche, o como conductores de bicicletas.
-Uy, eso me suena. ¿Educación Vial?
-Pero mira qué listo mi Pez. Pues sí señorito, eso es. Ya sabes cómo me gusta jugar con los enanos, y si encima les puedo enseñar algo, mejor que mejor.
Verás, a los de Infantil les entretengo con cuentos ilustrados.
Mira, este es uno de ellos:


-Vaya, ¡¡qué divertido!!  
-Sí, mi Pez, y mucho. Lo mejor de todo es comprobar cómo los pequeñines aprenden jugando con cuentos como estos. 
Muchas veces los mayores creemos que ellos, los bajitos, no prestan atención a las cosas importantes. Pero no es así. Se fijan, y saben más de lo que nos imaginamos. Por eso me gusta, qué digo, me encanta trabajar con ellos. 
Y como premio, por portarse bien, a jugar al patio. Mediante trucos e ingenio, cruzamos calles imaginarias de la forma buena; con esta actividad aparentemente tan sencilla, estos pequeños peatones harán de "pepito grillo" con sus padres, con sus mayores. 
-Ahh, educar a los niños para que éstos reeduquen a sus mayores. ¡No eres lista tú ni nada!
-Pez, al menos hay que intentarlo. 
Bien, eso con los de 3, 4 y 5 años. Porque con los de primaria el método es distinto. En clase y en el patio trabajo con pequeños conductores, y los trato como tal, para que sepan cuán importante es comportarse correctamente en las calles que nos rodean.
Si desde chicos adquieren la conciencia vial que pretendo, se convertirán, casi por arte de magia, en adultos responsables en lo que a materia de tráfico se refiere.
Mira, en portales como éste, el de la Dirección General de Tráfico (DGT), saco la inspiración para tratar con nuestros niños queridos. A ver si te gusta:


O en este otro, en el de la Fundación MAPFRE, encuentro muchos recursos y juegos:

     
-Jo, pues tus niños se lo deben de pasar genial con tus clases.
-Hombre, al menos sé que estoy contribuyendo a que aprendan jugando algo que considero muy importante. Fundamental ahora, y primordial para cuando sean mayores.
Por eso aprovecho para animar a los papás de nuestros niños queridos a que se comporten bien delante de sus pequeños cuando vayan en coche, cuando paseen por las calles, cuando viajen en autobús. Aunque no lo crean, ustedes son el ejemplo en el que sus hijos se fijan, el modelo en el que querrán convertirse.
Para despedirme hoy, les regalo una canción divertida, y con un contenido muy educativo. Se titula La canción del peatón.


-Bueno, Paz, un besito y cuidado mañana con la carretera. Aun te quedan unos cuantos días de clases viales, y con lo que te gusta estar con unos alumnos tan especiales, lo importante es llegar y disfrutar de esos momentos.
-Esa es la idea, corazón. Buenas noches, y feliz descanso. 
¿Nos despedimos juntos de nuestro amigos?
-¡¡Vale!!
HASTA LA VISTA
 
 
P. D.: Hoy, 20 de junio de 2012, he tenido la última sesión en el C. E. I. P. Pájara.
Siempre me ocurre lo mismo. En parte estoy deseando terminar, porque me supone un gran esfuerzo físico y mental. Cada día recorro cientos de kilómetros, sí, digo bien, cientos (Fuerteventura es una isla muuuy larga), para acudir a los colegios, y lidiar con mis niños queridos. Los comienzos no son fáciles, y no puedo pretender que se porten bien a la primera, nada más llegar yo al aula, sin conocerme de nada. Ellos me lanzan el guante, y en mi mano está recoger el reto.
Pero todo tiene su recompensa, y la mía es la recibida, por ejemplo, en días como hoy. Atravieso uno de los patios del Cole de Pájara, a primera hora, cuando los chiquillos están formados, listos para entrar en sus clases. Y ahí va Paz, a preparar el material en otro de los patios, para los alumnos de 5º y 6º. Y empiezo a escuchar un coro de voces: "¡¡Hola Paz!!, ¡¡Paz, cuándo te volvemos a ver!!, ¡¡Paz, queremos que vengas pronto!!, ¡¡Paz!!, ¡¡Paz!!". Desde los más pequeñajos, los de 3 añitos, hasta los más granditos, me han dicho hoy cosas bonitas. De verdad, no tiene precio, y se me pone la piel de gallina al pensarlo.
Los niños y los profesores me han dado las gracias, y me han pedido que el curso que viene estudiemos la fórmula para que vuelva con más conocimientos viales.
Y, ¿saben qué?. Las gracias se las doy yo. Gracias a los colegios que han querido que acudiera con mi "rollo" vial, destacando entre ellos al mencionado, el de Pájara, y el C. E. I. P. Costa Calma.
Espero que entre todos tomemos conciencia de la importancia de la Educación Vial.
Objetivo final: ni una sola muerte más en las carreteras. ¿No les parece un reto digno? Para mi sí.
Besitossss