Mostrando entradas con la etiqueta “Somewhere over the Rainbow”. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta “Somewhere over the Rainbow”. Mostrar todas las entradas

viernes, 8 de septiembre de 2017

Momento 22 y medio, casi 23...

Cielo, hoy no te escribo yo, sino tu padrino Nacho. Espero que sus palabras te gusten tanto como a mi.

Y yo también te quiero...

Buenos días, mi querida periquita canela…

Sé que te he escrito poco, y que generalmente lo he hecho respondiendo a estados de ánimo de tu mamá, cuando la he visto flojear un poquito en este maravilloso y agridulce camino hacia ti; tengo que cuidarla, ¡para algo soy el mayor de sus primos…!

Pero hoy sí quería escribirte, aunque sólo sean unas líneas, para decirte que hoy se ha hecho mucho más presente que el hueco que tienes en mi corazón (sabes que eres mi Princesa de Tierra, al igual que tus primos son mi Princesa de Luna y mi Príncipe de Sol) no es sólo una manera de hablar, una manera de “quedar bien” diciendo lo que se espera escuchar; es real, y porque lo es, duele.  Duele porque aún no estás aquí, duele porque aún no podemos empezar a saldar esa cuenta de abrazos y besos que ya es enorme, duele porque una montaña de papeleos y de burocracia nos está quitando días que nos pertenecen, días que son ya de nuestra familia.

Pero no te alarmes, mi princesa, que no es un dolor malo; duele, sí, pero es un dolor dulce si me apuras, es un dolor que me dice que eres ya parte de nosotros y nuestras vidas aunque sólo tengamos de ti apenas unas fotos, es un dolor que tiene su parte de egoísmo, no te lo negaré, pero una muchísima mayor parte de amor.  No, no, lo he escrito mal: de AMOR, ahora sí…

¿Sabes cómo me he dado cuenta de que duele?  Verás, hoy estaba hablando con tu mamá, que me estaba contando los últimos (¡¡¡ojalá!!!) contratiempos de nuestro particular camino de baldosas amarillas, y aunque estaba intentando que se animara, como hago siempre, para ponerle buena cara a la adversidad (eso es algo que aprendí de tu abuelo, del que todo lo que te cuente sería poco…), hoy notaba que no estaba consiguiendo mucho.  Además, hoy coincide que es el primer día de cole tras las vacaciones, y por eso estaba a punto de mandarle una foto de tus primos en su primer día, todo guapos, diciéndole algo así como que la próxima “vuelta al cole” ya la viviría en primera persona…

Pero entonces me han venido a la cabeza (y al corazón) todas aquellas ocasiones especiales (cumpleaños, fines de año, Navidades, Fallas - esto no sabes lo que es, ya te lo enseñaré que si no, me despisto…-) en las que , mientras esperábamos que llegara tu prima Claudia, la familia nos decía “Uy, el próximo “lo-que-sea” ya seremos uno más”, “el próximo “lo-que-sea” ya lo celebraréis juntos”…  Y no, no era el próximo.  Ni el siguiente.  Ni el otro.

Y eso dolía.  Mucho.  Pero cuando llegó Claudia (antes había llegado Nacho, pero no creas que eso mejoraba la espera), todo se olvidó. Para siempre.

Pero tampoco.

No se ha olvidado, porque hoy, a través de la tristeza de tu mamá, se ha despertado de nuevo ese dolor. Y se ha despertado porque, a mi modo, también yo te estoy esperando. Y aquel dolor ya no es por Claudia, aquel dolor hoy es por ti. O porque no estás aquí, mejor dicho, a ver si parece que te estoy echando la culpa de algo… (y eso no es, recuerda que tenemos que ser cómplices para las trastadas, pero no se lo digas a mamá que me reñirá a mí también, es nuestro secreto más grande del mundo mundial).

Por eso, en vez de mandarle algo a tu mamá que probablemente la pondría más triste, he preferido escribirte a ti.  Para decirte que ese dolor existe porque nos importas desde ya, porque te queremos desde hace mucho tiempo, y lo más importante: que ese dolor también nos hace saber que no vamos a dejarnos abatir por ningún contratiempo, que lo único que vamos a hacer es secarnos las lágrimas, sonarnos los mocos y probarnos otro… (¡uy, no, eso es un chiste de tu abuelo, ya te lo contaré..!!) … Pues eso, secarnos las lágrimas y decir que sólo ha sido una breve pausa en este nuestro particular camino hacia Oz, que no vamos a desfallecer, y que pase lo que pase, tarde lo que tarde, al final de ese camino está NUESTRA FAMILIA.

Para despedirme con algo bonito, no te voy a mandar la foto de los primos; te voy a mandar una canción, que es la que nosotros escuchábamos mientras esperábamos a Claudia; en cierto modo, es “su canción”.  Es de Ismael Kamawiwo’Ole, un cantante hawaiano que hizo una versión preciosa (para mí) de “Somewhere over the Rainbow”, mezclándola con “What a wonderful world”.  Te la mando con los subtítulos en inglés y en español, para que podamos ir aprendiendo.



Te quiero mucho, mi Princesa de Tierra.

Un beso enorme.

Y los que te quedan…!!

Tu tío Nacho.