sábado, 21 de diciembre de 2013

Una sonrisa por Navidad

A doña Pilar


Cada año, cuando llegan estas fechas, se nos invita a sacar del armario nuestra mejor sonrisa. Y si no la encontramos, debemos hacer el esfuerzo y buscarla bien. ¿Seguro que no hay una en el cajón de los calcetines? Mejor miramos en la nevera. ¡¡Sí, esa, la que escondiste en el congelador!! Sácala, ponla un ratito al sol, y cuando esté calentita, te la colocas.


¿Por qué? Muy sencillo. Porque seguramente a nuestro alrededor hay alguien que no lo está pasando bien. Por esa persona debemos hacer el esfuerzo. Y se los aseguro, merece la pena.

Estos días he tenido que acudir a un hospital a acompañar a un familiar a someterse a un tratamiento un tanto durillo. En ese lugar, mientras esperaba, veía caras, gestos, miradas, lágrimas. Detrás de cada compañero de sala mi imaginación le regalaba una historia. Y ellos a mi. Y de entre todos, me quedo con una pareja entrañable.

Ella acudía cada mañana a recibir su medicina mágica. Así se lo explicó su esposo a una nieta que acudió con ellos el último día que los vi. ¿Y saben qué? Efectivamente esa medicina debía ser mágica, porque con la sonrisa de doña Pilar se iluminaba todo el pasillo. Incluso, me daba la sensación que las bolas del árbol que allí había brillaban aun más cuando ella salía por la puerta.


Árbol de Navidad del pasillo de Radiología del Hospital Doctor Negrín, Gran Canaria

Con gestos tan sencillos como esos un mal trago se puede disfrazar y convertirse en un regalo. Y amigos, estamos en la mejor época del año para hacer ese tipo de ofrendas. El consumismo nos está engullendo, y sí, todos picamos. Pero recuerden que en las pequeñas cosas, en los momentos compartidos con amor y con cariño está la verdadera Navidad. Ese es el espíritu que debemos transmitir a nuestros niños queridos.

Así que aunque cueste, porque cuesta, cuando salgan a la calle, píntense una sonrisa en el rostro. Repártanla gratis, porque sí, porque podemos dar calorcito a un corazón triste, porque alguien la puede necesitar, porque podemos poner un arco iris en el cielo de quien llueve, de quien llora.

Por eso, para ti, para mi, una sonrisa por Navidad...


Mi Pez Volador y yo les mandamos un saquito de besos y les deseamos una Feliz Navidad.

P.D.: Gracias también a las sonrisas regaladas por el personal del Hospital Doctor Negrín, concretamente a los de la Unidad de Radiología. Ellos sí que saben hacer esa clase de regalos que ni se compran ni se venden con dinero.

martes, 3 de diciembre de 2013

Diario de una ilusión: Momento 3

Momento 3


Ayer tenía en casa un aviso de Correos. Me lo remitía el Gobierno de Canarias, y en cuanto lo vi, las mariposillas en el estómago empezaron a revolotear. ¿Qué sería?, ¿buenas o malas noticias?, ¿alguna comunicación interesante? Como he dicho desde el Momento 1 este proceso pondría a prueba, entre otras cosas, mi poca paciencia. Y así ha sido, debía esperar al día siguiente para ir a recoger la notificación, es decir, hoy.

Las horas han pasado algo lentas, pero al fin llegó el momento y pude salir de dudas. Bien, es una comunicación en la que se me solicita que aporte una documentación. Sí, es un trámite más, pero si lo analizo, creo que puedo sacar varias conclusiones positivas:

*Por un lado, ya tengo un número de expediente, lo cual me emociona. Sé que para la Administración ese número será uno más. Pero para mi no. Representa un escaloncito más.

*Por otro lado, significa que quien quiera que haya recibido mi documentación, la ha revisado, y ha determinado que está completa, salvo por el papel que les tengo que mandar ahora. Eso es bueno también, cumplo con los requisitos, al menos en lo que a la burocracia se refiere.

Ya tengo casi lista la información que he de enviar. 

¡Vamos, Paz, otro pasito más!

He de decir que estoy contenta. Poco a poco mi corazón se está tiñendo de un intenso color verde esperanza, y de verdad, no se imaginan el calorcito que da esta sensación. Además, se juntan otras muchas emociones. Por ejemplo, una persona querida, hace no mucho, después de leer el Momento 2 me llamó "mamá".

Es curioso, aún no me lo había planteado, no de una forma tan clara, con todas sus letras. Sí, estoy preparada para el proceso, lo he meditado profundamente, y sí, es mi decisión más compleja e ilusionante. Pero me llamó la atención mi reacción mental hacia la palabra "madre" referida a mi persona. 

No sé si soy merecedora de ese atributo. No todavía. ¿O sí? Me da respeto introducir ya la palabra en mi diccionario vital, porque pienso que es muy pronto. ¿O no?

Dudas de novata.

Hoy me despido con una foto que saqué este fin de semana. Hice una escapada fantástica con unas amigas a mi tierra, a mi isla, a Tenerife. Dando un paseo por el Puerto de la Cruz, me topé con esta artista callejera:



¿No es la viva imagen de la ternura? 

Sueño con el día en que pueda abrazar con tanto amor y cariño a un ser al que pueda llamar hij@.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Diario de una ilusión

Momento 2


Llevo todo el día con una sonrisa en los labios. Hoy, por fin, he dado el primer paso oficial para el que será el mayor cambio de mi vida. 

Tal y como conté en el Momento 1, muchos son los papeles que debía rellenar y conseguir. Poco a poco, desde entonces, he ido cumplimentándolo todo, recabando la documentación que se me solicitaba. Supuso un reto, sobre todo en esos primeros momentos, cuando desplegué un ejército de cuestionarios sobre la mesa de mi comedor. Todos ellos me miraban, me hablaban, me pedían atención. Me refugié en mi boli de la suerte y empecé. Despacito, leyendo todo dos y tres veces. Rellenando cada línea, marcando cada casilla. Eso en casa. Fuera, visita a juzgados, fotocopias, certificado médico, etc. La burocracia es lo que tiene, y me consta, porque trabajo en ella.

Una vez armado mi dossier, quedaba lo más importante, presentarlo en la administración. Y eso es lo que he hecho esta misma mañana:


Madre mía, tengo mariposas en el estómago. Sí, estoy nerviosa. Pero son nervios de emoción. Mi sueño, las alas de mi esperanza, ya son reales.

Me han dicho que me arme de toda la paciencia del mundo, porque la espera puede ser de entre 4 y 6 años. Estoy preparada. Me han asegurado que ahora tendré que enfrentarme a una serie de entrevistas con psicólogos, me estudiarán a fondo, y serán ellos los que dispongan mi idoneidad como futura madre. Estoy preparada también.  Será desesperante a veces, lo sé. Me darán ganas de tirar la toalla otras veces, lo sé también. Pero todo merecerá la pena, estoy segura de ello.

También debo prepararme para el NO. Un proyecto de esta envergadura conlleva ciertos riesgos, y podrían rechazar mi solicitud. Pero alguien muy especial me ha dicho hoy, "ten fe, y mira siempre al frente... ahí está la luz". Querida amiga, gracias.

Mi pequeña, mi sueño, ya está más cerca. 

P. D.: Soy novata en estas lides, así que agradeceré todo consejo, apoyo y/o ánimos. Y por supuesto, ya iré contando cómo se van desarrollando los acontecimientos.

Gracias a todos los que forman y formarán parte de esta locura.  

jueves, 24 de octubre de 2013

La naturaleza y sus raíces

A Jimena

Creo que hay personas que están ligadas profundamente a la tierra. Abrazar a uno de estos seres es como abrazar a un árbol. Notas su sangre como la savia. Sus brazos son ramas que te transmiten toda la fuerza del sol, la magia de la luna, los secretos de las estrellas. 

Tengo la inmensa suerte de conocer a una de estas personas, y doy gracias a los elementos por haberla puesto en mi camino, y lo más importante, mantenerla en la senda de mi vida.

Bien, pues ella, ahora más que nunca, está llena de energía. Y no es para menos, porque en estos momentos están creciendo en su interior las más profundas raíces, aquellas que, si cabe, la mantendrán ligada a la naturaleza de por vida. Porque, ¿qué hay más natural que el milagro de la creación?



Bien, pues quizás por casualidad, quizás por azar, hace aproximadamente un mes me encontraba dando un paseo por uno de los muchos lugares de Madrid que me encantan. La Cuesta Moyano es una calle en la que se guardan y venden auténticos tesoros. Los amantes de los libros tienen, tenemos ahí un oasis en el que nadar, bucear y encontrar joyitas. 

Como digo, iba en busca de literatura infantil especial, de esa que tanto me gusta y que les voy presentando en cada nueva entrada de mi Pez; y en uno de los puestos encontré una edición de 1964 de El libro de la selva, del autor británico Rudyard Kipling. Los dos volúmenes están muy bien conservados, y pertenecen a una publicación de El Círculo de Lectores.

                            

Cuando los tuve en las manos, casi como un flash, me vino a la cabeza la persona de la que estoy hablando hoy. ¿Y por qué?; porque ella es naturaleza en estado puro, y estos cuentos, porque nacieron con ese espíritu, son también naturaleza, selva, valores, sentimientos. Vida, al fin y al cabo.

Como decía, Kipling ideó esta obra como una serie en la que cada capítulo era independiente del anterior, aunque llevara una historia continuada detrás. Narra la vida de Mowgli, un niño perdido en una selva de India, y que es criado por una manada de lobos. Con ellos, y con el resto de habitantes de ese rincón del planeta, crecerá feliz y respetando tanto a los animales y plantas que le rodean como a los humanos, esa raza a la que él pertenece y que le volverá a acoger tras un sin fin de aventuras.

Esta fue la portada de la primera edición, de 1894, que a modo de curiosidad les apunto que fue diseñada por John Lockwood Kipling, padre del escritor:


Hoy, 24 de octubre, Día Internacional de la Biblioteca, me siento feliz porque he contribuído a que la de ELLA se llene de un pedacito de selva, de tierra, de naturaleza. Tal y como le he dicho, este libro es para que lo lea junto a su retoño. Y va a tener que emplearse a fondo, porque no tiene ilustraciones, así que la pequeña va a desarrollar su imaginación de la mano y la voz de su mamá.

A todos ustedes, le animo a que disfruten de lecturas como ésta junto a sus niños queridos. Ellos aprenderán a respetar el medio natural de una forma divertida y amena, y las lecciones morales que saquen de estas páginas podrán transmitirlas cuando sean mayores.

Hoy me despido con un temita de la película de 1960 con la que Walt Disney rindió tributo al británico ganador del Premio Nobel de Literatura.


 Besos vitales y abrazos de oso para todos...

viernes, 6 de septiembre de 2013

Feliz vuelta al cole...

¿Ya están las mochilas preparadas?

Muchos de nuestros niños queridos empiezan estos días sus clases. La aventura del saber está a punto de dar el pistoletazo de salida y es el momento de infundirles el ánimo suficiente para que aprovechen cada nuevo conocimiento. Papis, abuelos, familiares, amigos, paciencia y mucho ánimo, que el curso escolar es largo.

Este hecho me recuerda un libro que tengo en mi biblioteca particular, y que fue publicado por Ediciones Junior, del Grupo Editorial Grijalbo. Se trata de "Vamos al colegio", de 1975, con texto de Ute Anderson, e ilustraciones de Barbara von Johnson.


Narraba los nervios y las vivencias de unos chiquill@s en su primer día de cole. Reconozco que mi ejemplar está muy gastadillo, porque en casa lo leimos, ojeamos y remiramos cientos de veces. 

En esta foto se pueden ver las marcas de mis hermanas y mías, de lo que nos entreteníamos con sus dibujos al detalle.


Mi clase nunca fue así, ni mis compañeros tampoco, pero al menos a mi me gustaba imaginarme sentada en una de esas sillas, en uno de esos pupitres, observando a mis amiguitos haciendo de las suyas.

Como siempre, me gusta ofrecer la posibilidad de adquirir el ejemplar del que hablo. Ya se podrán imaginar, dado los años de su publicación, que el libro está descatalogado. Pero se puede compar en portales de segunda mano como éste:


Bueno, espero que les guste tanto como a mi Pez y a mi.

Un besito a todos, y ya saben, ahora que empieza el cole, sigan con sus mimos y juegos, aprovechen el tiempo con sus niños queridos

¡Feliz vuelta a la escuela!

jueves, 8 de agosto de 2013

Recuerdos en venta

Estos días retomo una nota que escribí hace unos dos años en Facebook, y que hablaba de la venta de una casa muy especial. En ella viví muchas cosas de la mano de uno de los seres más entrañables que han pasado por mi vida: mi abuela Lola.

 

"Normalmente la venta de una casa es sinónimo de alegría para los propietarios, sobre todo si el inmueble lleva bastante tiempo con carteles en sus ventanas, con anuncios en inmobiliarias, y con el boca a boca ya agotado.

Por un lado, es un alivio, sin duda. Pero por otro, y sobre todo cuando hay una gran carga emocional de por medio, supone un nudo en el estómago difícil de explicar.

Estos días estoy viendo una publicidad en la televisión que habla de un “banco de recuerdos”, y eso me ha hecho pensar en esta casa en particular. Podría hablar de cómo en ella me enteré de que los Reyes Magos eran los padres (bueno, en mi caso, padres, tíos, abuelos, etc.), porque espié a través de una ventana del pasillo, que daba a un cuarto donde se iban almacenando los regalos, y donde los mayores hablaban de ello con una aparente total intimidad.  Podría hablar del apaño que me hizo mi abuela en una de mis primeras reglas (la casa está cerca de mi colegio), y acudí a ella porque no sabía qué hacer. Podría hablar de cómo me escondí/encerré en uno de los cuartos, en un arranque de dramatismo pre adolescente cuando suspendí un montón de asignaturas en 6º de E. G. B., y no quería ir a mi casa (nunca fui buena estudiante, y empecé a catear pronto). Podría hablar de cómo me subía a una de las sillas de la cocina para alcanzar una caja que estaba en una alacena, y en la que siempre había dulces y galletas. Incluso podría hablar de uno de mis últimos recuerdos vinculados a ese salón: mi padre pelando langostinos, y mi abuela, con un dedito travieso, se los iba poniendo en su plato. Fueron las últimas navidades de los dos.

Debo reconocer que soy una persona muy apegada a sus recuerdos, y que eso no siempre es bueno, porque me ata a un pasado que ya no existe. Estos días se me acumulan cientos de esos recuerdos en la cabeza. ¿También se van a vender? ¿Existe una cláusula especial en los contratos de compra/venta donde vengan contemplados? ¿Entenderá el notario que no es una casa cualquiera? Sí. No. No.

Sólo espero que pronto haya otros niños deslizándose por la barandilla de la entrada; que haya otra abuela saludando desde el balcón; que se guarden secretos entre sus paredes; que proporcione felicidad a los nuevos propietarios.

Ahora tengo que ser yo la que se despida de ella, y asumir que es el cierre definitivo de una etapa, de un ciclo."

Rescato estas letras porque la semana que viene, esa vivienda pasará a manos de otra propietaria, y sí, el hecho me pone un poco nostálgica. Sé que mis recuerdos vinculados a ella, a la casa de mi abuela, vivirán siempre conmigo, y tendrán un hueco muy especial en mi corazón. 

Ésto me lleva a un libro que ya está descatalogado, pero que es un fiel reflejo del cómo me sentía allí:




Se trata de una joyita escrita e ilustrada por Juan Ferrandiz Castell, y que fue publidaca por Edigraf ni más ni menos que en 1975. Cómo he comentado antes, esta obra ya se encuentra descatalogada, pero he encontrado una página a través de la cual se puede comprar: Iberlibro 

En fin, mi Pez Volador y yo nos vamos ahora a jugar un ratito con mi abuela. Porque que no esté físicamente no significa que no viva en mi y en mi presente. 

Les deseo que si son nietos, o abuelos, se quieran mucho, y que transmitan a sus niños queridos el amor por esos seres mayores que tantas cosas nos aportan. 

Besos mimosos 

martes, 30 de julio de 2013

Diario de una ilusión

Momento 1

Este mes he dado uno de los pasos más importantes de mi vida.

Por fin creo estar preparada para empezar a tejer mi futuro junto a una criatura que posiblemente no haya ni siquiera nacido, pero aun así, ya es real en mi cabeza, y lo que es más importante, en mi corazón.



Pues sí. El martes 9 de julio a mis pensamientos les crecieron las alas de la esperanza, de la ilusión. Acudí a una reunión informativa, donde se disiparon muchas dudas, y nacieron otras nuevas. Pero estoy contenta, porque ya he subido el primer escalón de muchos que vendrán.

Asusta la cantidad de papeles que hay que rellenar, los numerosos documentos que hay que leer. La información que tengo que procesar es inmensa. Pero, ¿quién dijo miedo? Además, ya me han advertido que el recorrido es muy largo, así que es el momento de ponerme a prueba, y sobre todo, mi paciencia, porque el día que en el mundo se hizo el reparto de esta cualidad, a mi me dejaron fuera.

¿Y por qué ahora? Bien, todo tiene su explicación: hace años me prometí a mi misma que si conseguía mi plaza como funcionaria, iniciaría un expediente de adopción. Quien bien me conoce sabe que he pasado por unos baches tremendos hasta llegar a donde estoy, sobre todo altibajos emocionales que me hacía dudar acerca de presentarme o no a las oposiciones. Finalmente rompí las barreras mentales autoimpuestas, y me aventuré, me lancé a la piscina.

El resultado, éste:


A principios de julio, casi coincidiendo con mi cumpleaños, se celebró el acto de la toma de posesión: ¡¡ya soy, oficialmente, funcionaria!!

Y tras ésto, por fin, estoy en disposición de decir que mi proyecto vital se amplía.

Ya iré contando cómo me van las cosas. Y siempre que lo haga, será mediante este color, el verde esperanza. Por lo pronto, me encuentro reuniendo documentación. Si todo va como espero, presentaré los primeros papeles en el mes de septiempre, y será entonces cuando todo empiece realmente a caminar. Al menos de forma oficial.

Espero que la magia de mi Pez Volador convierta mis anhelos en palabras de ilusión. Al fin y al cabo, ésto es por y para mis niños queridos y los de ustedes. Y cuando por fin tenga a mi pequeñ@ a mi lado, podrá leer a través de este Diario sus cómo o sus por qué.

Gracias por dejarme compartir esta "peasso de novedad" con todos.

Besos y más besos.

P D: Como soy novata en estas lides, estaré encantada de recibir todo tipo de consejos y ánimos varios.

Como se diría en el país del que vendrá mi pequeñ@ (o al menos eso es lo que asegura el traductor de Google): फिर, तुम बहुत ज्यादा है और कई चुंबन धन्यवाद, o lo que es lo mismo, "Una vez más, muchas gracias y muchos besos".

En cuanto al país, más datos próximamente...

martes, 9 de julio de 2013

Leer un ratito cada día

Hola mi pequeño, ¿qué tal estás?
Hola Paz. Pues muy bien, jugando sin parar, ahora que no tengo cole.
Vaya, qué suerte tienes. Bueno, espero que estés disfrutando. Pero oye, amiguito, quiero que no te olvides de una cosa muy importante, al menos para mi.
¿De qué se trata?, ¿tengo que hacer deberes? ¡Si lo aprobé todo!
Nooo, eso no. Lo que te pido es que no te olvides de leer un poquitín cada día. Yo te ayudaré, te ofreceré libros chulos, y si quieres, lo haremos juntos. Hay un sin fin de amigos que te están esperando detrás de cada palabra. 


¡Uaalaa!, a estos los conozco. Jo, Paz, claro que leeré un ratito todos los días. Y tú también, conmigo, juntitos. ¿Me lo prometes tú a mí?
Por supuesto que te lo promete. Venga, vamos con el momento lectura de hoy. ¿Preparado?
Síiii.
Genial. Pues vamos con una nueva aventura de La Princesa Colorines.

 LA PROHIBICIÓN


Hola, soy la Princesa Colorines, y ésta es una de mis historias.

A menudo me pregunto el por qué de muchas cosas. Por ejemplo, ¿por qué tengo el pelo naranja?, ¿por qué los ojos de mi padre son verdes?, ¿por qué Canelo tiene las orejas largas y peludas?, ¿por qué mi madre canta tan bien? En fin, cuando alguna de estas preguntas viene a mi, me siento a pensar mucho rato, y cuando no encuentro ninguna respuesta, bajo a la biblioteca, donde siempre está mi abuelito Faro Azul, y me ayuda a buscar las respuestas en lo libros.

Tenemos muchos, libros, quiero decir, no abuelitos.

Grandes, pequeños, delgados, muy muy gordos. Con dibujos o sin ellos. Pero lo más importante es que mi abuelito los conoce todos, y siempre me dice que los libros son nuestros amigos, y que ellos nos enseñan muchas cosas, siempre y cuando estemos dispuestos a leer atentamente, y a dejarnos llevar por su magia.

Bueno, y debo decir que Canelo también tiene libros. Libros blanditos, para que él pueda pasar sus páginas, y que están escritos en el lenguaje de los perros. Sí, el “guauñol”. A veces, cuando él está leyendo, me pide que le ayude, y lo hace siempre igual.

Se pone de espaldas al libro, y con su rabo me señala lo que no entiende. Y yo, que le quiero mucho, le digo qué pone. Claro, es que yo se hablar, leer y escribir también el guauñol. Me enseñó mi abuelo, que lo aprendió de su padre, y su padre de su padre. Y todo para poder comunicarnos mejor con nuestras mascotas.

Y no es casualidad que Canelo sea hijo de Marrón, el perro de mi padre. Y Marrón, hijo de Oscurita, la mascota de mi abuelo.

Lo gracioso es que en la biblioteca están colgados los retratos de mis antepasados, y todos fueron pintados junto a sus perros. Algún día yo también tendré un cuadro aquí, y en él estaremos Canelo y yo, juntos, como siempre.

Pues un día, corrí desde mi cuarto hasta la biblioteca, buscando a mi abuelo, porque tenía una pregunta muy importante que hacerle.

-Abuelo, abuelo, ¿dónde estás?

-Abuelito, ¿estás en la biblioteca?

Abrí despacio la puerta, y asomé la cabeza. Pero ahí no estaba, no había nadie. Entré sigilosamente, y cuando fui a encender la luz, ¡ay, que susto más grande me llevé! Mi abuelo me cogió en volandas, y me dijo:

-¡Ajá, te pillé!

Es verdad, siempre estay dándole sustos a mi abuelo, y me escondo a propósito para que tenga que encontrarme, y me disfrazo de fantasma, y le cambio sus cosas de lugar a propósito.

Cuando hago algo de esto, siempre me dice muy serio:

-Pequeña, algún día te pillaré yo a ti, ya lo verás.

Y desde luego, hoy lo hizo.

Cuando me tenía en brazos, me dio dos besos en los mofletes, me miró fijamente, y me preguntó:

-A ver, cariño, ¿qué pregunta tienes hoy para mi?

Y yo, directamente, le dije:

-Abuelo, ¿por qué papá y mamá me tienen prohibido atravesar el río?

Me dejó en el suelo, me cogió de la mano, y nos sentamos, uno al lado del otro, en el sillón que está junto a la ventana. Canelo también se sentó, pero no en el sillón, sino en la alfombra que estaba delante.

Entonces mi abuelo me dijo:

-Creo que ha llegado la hora de que conozcas la historia.

“Verás. Hace muchos años, cuando tu papá era un niño más o menos de tu edad, se fue de paseo con su perro Marrón. Los dos salían todos los días, hiciera frío o calor. Igual que haces tú con Canelo, o igual que hacía yo con Oscurita.

Lo cierto es que un día, como te digo, salió, pero no volvió. Ni ese día, ni el siguiente, ni el otro.

Imagínate lo preocupados que estábamos todos. Salimos a buscarle. Fuimos por todas partes. Nos ayudaron los vecinos, todos y cada uno estuvimos día y noche caminando por todas partes, pero no lo encontramos. Fuimos a la playa, cruzamos el río, recorrimos palmo a palmo el bosque, y nada. No había rastro ni de él, ni de Marrón.

Al tercer día, cuando por fin conseguí quedarme dormido, noté como alguien me daba un beso en la frente, y me susurraba al oído:

-Buenas noches, papá. Ya estoy en casa.

Abrí lo ojos, y ahí estaba, de pie, a mi lado. Se notaba que estaba cansado, así que lo cogí en brazos, lo abracé muy fuerte, lo llevé a su cama, lo arropé, y esperé a que se durmiera.

Al día siguiente, lo vi bajar las escaleras, y cuando me vio, se acercó y me dijo:

-Lo siento, papá. Pero te prometa que no fue culpa mía, fue de la puerta violeta”.

Cuando mi abuelo nombró la puerta violeta, me puse muy nerviosa, porque yo también sabía dónde estaba esa puerta. Lo que no me podía imaginar es que mi padre también.

Entonces mi abuelo me contó que mi padre le había dicho que había resbalado con una piedra, en el río, y se hizo una herida muy fea. Como estaba un poco lejos de casa, creyó que era mejor esperar un poco a que dejara de dolerle la rodilla.

Pero hacía calor ese día, así que fue al bosque, a buscar algo de sombrita. Y allí, entre los árboles encontró una extraña puerta, que según tu padre, estaba un poco abierta. Así que entró sin más, pensando que daría con un lugar fresco.

Tu papá nunca me ha contado lo que pasó al otro lado de la puerta, pero eso sí, me dijo que alguien le ayudó, que le curaron la herida, que dieron de comer y beber a Marrón, y que le indicaron el camino de vuelta, la salida de ese extraño lugar que parecía un hospital.

¿Un hospital?, pregunté yo.

“Sí, un hospital. Eso es lo que nos contó tu papá.

Tu abuela y yo nos asustamos tanto, que no queríamos que eso volviera a ocurrir. Así que le prohibimos que atravesara el río, porque sabíamos que si no lo hacía, no llegaría al bosque, y no daría con esa puerta, y no desaparecería durante tres días.

Y por eso él también te lo ha prohibido a ti, para que no te pase nada”.

Ahora que conocía la verdad, no sabía qué hacer, si volver al bosque, o hacer caso a todos.

Y mientras pensaba y pensaba, vi a mi padre en el jardín.

Me acerqué a él. Le di un beso. Le abracé y le guiñé un ojo.

Y cuando me preguntó que por qué le había guiñado el ojo, yo le dije:

-Perdóname, papi, pero yo también encontré la puerta.

Él me sonrió, y me dijo:

-Ya lo sabía.

FIN 

¿Te ha gustado, cariño?
¿Gustado? No, me ha encantadoooo. ¿Me dejas que me lo lleve a la playa y se lo lea a mis amiguitos?
Claro que sí. Un besito para ti, y otro para nuestros niños queridos
Te dejo con una divertida canción veraniega de Ross Lynch, llamada "Na, Na, Na (The Vacation Song)".



Chachi, Paz, muchas gracias y otro besito para ti
   
 
 
 

domingo, 23 de junio de 2013

La solución...

¡Vaya despiste!
Escribí el post sobre la Educación Vial, el de Aprender jugando, y se me fue el santo al cielo. Claro, como aun estaba emocionada con las cariñosas palabras de profesores y alumnos, incumplí una promesa. Pero que conste que no fue a propósito.
Vale, pues aquí va la solución al enigma que planteé cuando hablé del libro Manual de los jóvenes castores. Bueno, corrijo, el reto que le propuse a mi pez para que jugara con sus amiguitos en caso de que haga mal tiempo cuando esté De campamento.
Era éste, ¿lo recuerdan?:


Venga, preparen lápiz y papel, que ésto se resuelve así:


Voilá...
¿A qué es más fácil de lo que parecía? Pues venga, inténtenlo, para que puedan jugar con sus niños queridos.
A mi me ha salido un poco chuchurrío, pero lo he logrado.
Besitos de domingo.

P. D.: Pequeños, díganle a sus mayores que les pongan esta peli cualquier tarde de estas, antes de ir al campamento. Vale, es un pelín antigua, concretamente de 1961, pero la repiten bastante en televisión, y en internet se localiza con mucha facilidad.
Se llama Tú a Boston y yo a California, y buena parte de la trama se desarrolla en un campamento de verano, donde pasan cosas divertidas, que, por supuesto, tendrán consecuencias. 



Bien, ahora sí, muchos muchos muchos besos...