domingo, 19 de mayo de 2013

De campamento...

La casa estaba en silencio. Todos dormíamos. O eso creía yo. 
El Pez Volador estaba trasteando en la pequeña biblioteca. Estaba buscando un libro, uno en concreto, y por fin lo localizó.
Pero, oh, vaya, se puso tan nervioso que se le acabó escurriendo de sus aletas.
¡¡Al suelo!!
Me despertó.
No quise asustarle, así que me acerqué despacio a la librería. Estaba segura de que el ruido venía de allí. Él ya no estaba, pero había un hueco en una de las estanterías. Sabía de qué libro se trataba. Cuál era el que faltaba. No entendía nada.
Llegué hasta su habitación. Estaba casi todo a oscuras. Y digo casi porque el Pez estaba bajo sus sábanas, tapado completamente, y ayudado de una linterna leía algo.
Me di la vuelta, regresé a mi cuarto, e hice como si me levantara en ese momento. Encendí la luz de mi mesa de noche, y empecé a caminar por el pasillo.
En seguida apagó la linterna, como intentando disimular. Incluso, fue muy gracioso, imitó un ronquidito.
Me acerqué a su cama, le coloqué las sábanas para verle la carita, y allí estaban las pruebas, la linterna y el libro. No quise romper su propia magia, así que decidí esperar a la mañana para hablar con él.
Pasaron las horas, y por fin, el dormilón abrió sus ojitos y vino a desayunar.
-Buenos días, pequeño.
-Buenos días, Paz.
-¿Qué tal dormiste? Vi que estuviste leyendo un ratito.
-Sí. Jo, me has pillado. Es que he visto que pronto se van a celebrar unos campamentos en un sitio muy bonito, y me apetece mucho ir.
-¿Ah, sí? Y, ¿dónde és? Háblame un poquito de él.
-Mira, Paz es éste:


-¡Oh!, vaya, es una maravilla. Pero sabes una cosa, cariño, ya había pensado mandarte allí este verano, al campamento de la Poshada Rural, porque conozco el sitio. Y en cierto modo tú también, porque ya lo hemos mencionado antes, por ejemplo cuando hablamos de ciertas musiquitas pegadizas o de nuestra amiga Carolina. ¿Te acuerdas?
-¡Ah! Claro, ahora ya sé por qué me sonaba.
-Vale, vale, por eso estás interesado en el Manual de los jóvenes castores, ¿no es así?


-Claaaro. Es que tiene muchos trucos, juegos, actividades para hacer en un campamento. Seguro que tú ya lo sabes, porque el libro es tuyo.
-Pues sí, así es. Verás, lo publicó en 1977 Ediciones Montena. Tal y como tú dices, nos cuenta un montón de cosas que giran en torno a un campamento. Y lo hace de la manera más divertida posible, a través de los revoltosos sobrinos del Tío Gilito, Jorgito, Jaimito y Juanito. Sí, lo has adivinado, son personajes de Disney, y mi niño, te lo aseguro, esta lectura no te va a defraudar.
Por ejemplo, si una de las tardes, cuando estés en La Poshada Rural, hace mal tiempo y no puedes estar haciendo cosas fuera, venga, te propongo que les enseñes a tus compis un juego. Es más fácil de lo que parece, pero no te quiero dar pistas. De hecho, te lo voy a enseñar a ti y a todos nuestros amigos, pero no lo voy a resolver hasta que nos volvamos a leer aquí. ¿Te apetece intentarlo?
-Sí, sí, sí. Entre todos lo vamos a hacer, estoy seguro.
-Bueno, ahí va el reto:


Otra de las cosas que proponen en el libro es la utilización de un código secreto para que los mayores no les descubran los secreto. Es éste:


-Jo, Paz, qué ganas tengo de que llegue ya ese campamento. Te prometo que me voy a portar muy muy bien, para que me dejes ir. Y porfi, ¿me prestas el Manual de los jóvenes castores?
-Te lo presto si me prometes que lo vas a cuidar tanto como yo lo he hecho.
-Prometido.
-Bien, entonces es tuyo hasta que te marches al campamento. 
Es curioso, no se si crees en las casualidades. Hace mucho tiempo, cuando empecé a crear este espacio en mi cabeza, me hice con un cuaderno, y fui apuntando las ideas que tenía, los libros que quería reseñar. Bien, pues este Manual tan especial era uno de ellos. Y fíjate en la foto que te voy a enseñar:


-Oh, vaya, Paz, sí que es una casualidad. Yo sí creo en ellas.
-Ya ves. En la hoja de al lado coloqué una postal de La Poshada, y escrito a lápiz, una flechita que sale de ella, va hacia el lugar donde trato el libro del que hablamos hoy, y escribí “la inspiración”...
Bueno, mi querido Pez Volador, te dejo con esta fantástica lectura.
Para finalizar, voy a invitar desde aquí a los papás de nuestros niños queridos a que lleven a sus hijos a un campamento como el de La Poshada Rural. Yo fui a muchos de pequeña, e incluso de adolescente, y les aseguro que es una experiencia que todo pequeñajo debe vivir, al menos, una vez en su vida. Y si es en un lugar como éste, mejor todavía.
Besos y achuchones para todos...

P.D.: Nuevas posibilidades para los peques de la casa: ¡¡La Poshada Rural cuenta con ofertas para campamentos de 7 días, y descuentos para hermanos!!

 
Infórmate aquí: Campamentos de La Poshada Rural

¿Aún te lo estás pensando? Mi Pez ya tiene listo su petate...

domingo, 5 de mayo de 2013

A todas las madres...

-Hola pequeño, ¿qué te pasa? Te noto un poco triste.


-Es que mañana, en España, se celebra el día de la madre.


-¿Y eso te pone triste? ¿Por qué?


-Porque no sé qué es una madre, y no sé si yo puedo celebrar también ese día, como nuestros niños queridos. ¿Me ayudas a entenderlo?


-Claro que sí. Bueno, al menos voy a intentarlo.

Una madre es la persona que te hace el regalo más grande de todos, el de la vida. Te trae al mundo, bien a través de su propio cuerpo, bien formando parte de ella, aunque no te haya dado a luz.


-Ah, pues sí que es un regalazo. Pero, y yo, ¿cómo nací?


-Verás, tú naciste en mi cabeza. Allí te di forma, te imaginé, y desde ese mismo momento te quise, te di cariño. Y cuando estuviste listo, te presenté al mundo. Desde ese día, caminamos, volamos y nadamos juntos; y tesoro, quién sabe a dónde llegaremos.


-Entonces, ¿tú eres mi madre?


-Bueno, en cierto modo sí.


-Me gusta, mami. Venga, háblame más de las mamás, ¿cómo son?


-Las madres son geniales, aunque en ocasiones no estemos de acuerdo con ellas. Sí, a veces se ponen un poco pesadas, que si abrígate, que si debes comer bien, que si debes ser educado, en fin, todo eso. Pero, ¿sabes una cosa? Lo hacen por nuestro bien. Ellas solo quieren que estemos estupendamente, que seamos felices, y que la vida nos sonría.


-¿Siempre?


-Claro. Además, son como muchas protagonistas de los cuentos que tanto nos gustan, fantásticas, y mágicas: pueden convertir cuatro ingredientes en el manjar más apetitoso; saben remendar la ropa de tal manera que al usarla de nuevo luzcamos como reinas y reyes; consiguen enseñarnos que con unos lápices de colores y una hoja en blanco podemos crear los cuadros más vistosos. 
 

-¿Y solo hacen eso?


-¿Sólo? ¿Te parece poco?


-No, mami, es que como no sé cómo son, tengo una y mil preguntas.


-Ah, vale. 

Como te dije, no solo hacen eso, sino muchísimas cosas más. Trabajan duro cada día. Unas en oficinas, otras en casa. Unas fuera y otras, dentro.


¿Sabes qué? Creo que ellas son las que mantienen realmente los hogares. Su fuerza hace que los pilares se mantengan en pié. Los papás, o los compañeros, o quien gire en torno a las mamás, son, para mi, actores secundarios. Ey, pero te digo una cosa, qué importantes son esos secundarios. Además, piensa que muchas lo hacen solas, y tiran para adelante con o sin ayuda. Por eso son tan increibles, ¿no te parece?


-Sí que lo son. ¿Y qué más? ¿Cómo es tu mamá?


-¿La mía? Valiente, inteligente y una auténtica artista. Lo mismo borda, que pinta. Menuda imaginación. Chico, yo no he heredado esa cualidad. Fíjate qué cosa tan bonita me está haciendo. Forma parte del chaleco de un traje típico, y te lo aseguro, será precioso. Lo empezó mi abuela, y mi madre le está dando vida. Cuando lo termine te lo enseño. Este es un pequeño aperitivo:



Me ayudó con los estudios, teniendo toda la paciencia del mundo. Porque te diré que yo era un poco cafre, y empecé con los suspensos muy pronto. Digamos que me distraía con el vuelo de una mosca, y claro, eso tenía consecuencias. Pero ella siempre creyó en mi, y quiso que me esforzara, que estudiara, que no me quedara en el camino. Y vaya si lo consiguió. Creo que mi amor a las letras comenzó de su mano, por los libros que me compraba, las lecturas que elegía para mi. Como ésta, la de Momo, de Michael Ende, de la que hablamos tú y yo hace mucho tiempo ya. Ves, mi madre tenía, y sigue teniendo este tipo de detalles:



Dicen que conforme me voy haciendo mayor, más me parezco a ella. Puede ser. Los que la conocen lo sabrán, y si lo dicen, por algo será, ¿no? Yo, en esta foto, me saco un parecido. ¿Tú qué dices?



Sí, yo soy la renacuaja pizpireta a la que su madre está maquillando. ¡Qué cosas!, viendo esta foto me siento muy mayor.


-Yo no te veo mayor. 
 

-Querido Pez, eres un cielo. Creo que gracias a ti, al trabajo que hacemos juntos, nunca creceré del todo.


Mira, ahora que lo pienso, me siento muy afortunada por tener a mi madre cerca, por ver cómo va cumpliendo años y se va convirtiendo en alguien cada día más sabio. Me gusta poder seguir escuchando sus consejos. Mi reto es sorprenderla cada día, con pequeños o grandes actos. Hacer que se sienta orgullosa del trabajo que ha hecho, y sigue haciendo, con sus hijas.


-Oye, por qué no le dedicamos algo especial a tu mamá, y a las de nuestros niños queridos. Porque por lo que me has contado, las madres se merecen mimos cada día, y aunque haya un día especial dedicado a ellas, no podemos dejar de cuidarlas y quererlas el resto del año, ¿no?


-Eso es, mi pequeño Pez Volador. Y me parece una gran idea. A ver, ¿qué te parece si le dedicamos un libro y una canción?

-Síiii. Te propongo un trato: yo elijo las letras y tú la música. ¿Vale? 
 

-Perfecto. ¿Ya has pensado en una lectura bonita?


-Sí. Es este, A la sombra del olivo:





-Precioso, mi niño. Es una obra de la Editorial Kókinos, y reune 29 canciones infantiles del Magreb. Mira, me acabo de acordar de una anécdota sobre este libro. Ya sabes que mi hermana María es filóloga árabe. Bien, pues un día, María llevó este tesoro a una de sus clases. Por cierto, se lo regalé yo, ahora que recuerdo. Entre sus alumnos había una señora mayor que al escuchar una de las canciones que contiene el CD que acompaña al libro se emocionó, porque la había oído antes. Su abuela se la enseño a su madre, y su mamá se la cantaba cuando ella era pequeñita.


-Oh, qué tierno. Venga, pues pon tú la música. ¿Qué tienes pensado?


-En casa siempre nos ha gustado la música, y nos encantaba ir a comprar discos para regalárselos a nuestros padres en ocasiones especiales. Éste es uno de ellos, y era, bueno, es, de mi madre:





Es el We can't dance, de un grupo muy bueno que se llamaba Genesis. Este álbum fue su recopilatorio de despedida, y se publicó en 1991. De entre todos los temas, elijo éste para dedicárselo a todas las mamás del mundo: Tell me why, porque ellas tienen todas las respuestas a nuestras preguntas.






-Bueno, pequeño, ¿qué te ha parecido?, ¿ya sabes qué es una mamá?


-Sí, algo como tú. Ya sé que tú no tienes pequeñajos, pero me tienes a mi. Y si algún día te llegan, no te preocupes, yo les contaré lo que tú me has enseñado. Gracias Paz, mi mami.


-Gracias a ti, mi Pez Volador. 
 

Un besito