Cuando
los árboles cambian sus verdes por los ocres y los naranjas.
Cuando
los gnomos y las brujillas se cuelan en nuestros hogares, buscando su
refugio de cara al frío invierno.
Cuando
las castañas nos invitan a una tarde de tertulia.
Cuando
las calabazas inundan de ricos olores la cocina.
Cuando
sacamos de los cajones las velas aromáticas.
Cuando
las infusiones se convierten en nuestro “refresco” favorito.
Entonces,
y solo entonces, la magia nace, la fantasía se vuelve hogareña y
todo se tiñe de un increíble color fuego.
Es
el otoño.
La granada, una fruta típica del otoño |
Para
los más pequeños, puede que se trate de una estación aburrida.
Comienza a hacer frío, y las tardes en la calle, jugando (los que
aún disfruten de ese tipo de ocio, al aire libre), se acortan y las horas en casa se pueden
volver interminables.
Pero
no tiene por qué ser así. Todo es cuestión de paciencia,
imaginación y una buena base de datos de actividades. En ese
sentido, en mis próximas entradas otoñales, voy a relacionar
algunos de mis libros con cosas que pueden hacer junto a sus niños.
Para
empezar, se me ha ocurrido tirar de un relato que siempre me abre el
apetito, me da ganas de meterme en la cocina, y me transmite toda la
calidez de la reina anaranjada. Se trata de Sopa de Calabaza,
escrito e ilustrado por Helen Cooper, y publicado por la Editorial
Juventud en 1998.
Un detalle del libro
Esta
historia, que acaba de ser reeditada, narra las aventuras de un
Gato, un Pato y una Ardilla, que tendrán que superar algún que otro
obstáculo para que su amistad continúe intacta.
Me
he llevado una agradable sorpresa, al descubrir que este libro tuvo
continuidad, y que Helen Cooper colocó a esos entrañables
personajes en estos otros relatos:
Una
pizca de pimienta:
Y
en ¡Deliciosa!
Por
cierto, en este momento, la Editorial Juventud no tiene ¡Deliciosa! disponible
en su web, pero lo he localizado fácilmente en otros portales
especializados en venta de libros.
Les
invito que disfruten de estos cuentos y que los saboreen junto a sus
niños queridos.
Y
hablando de saborear, les paso una receta en la que tenemos a la
calabaza como protagonista absoluta. Como curiosidad, les diré que
esta hortaliza está indicada para reforzar las defensas, y que tiene
propiedades antioxidantes. Y encima, está buenísima.
Ingredientes
- 700 gramos de calabaza
- 1 cebolla mediana
- 4 tazas de caldo de verdura
- Media taza de nata líquida
- Una cucharada de mantequilla
- Un pizco de pimienta blanca molida
- Un puñadito de sal gorda (al gusto)
Cómo
preparar, paso a paso, una crema de calabaza
Paso 1
1.
Pelar la calabaza y cortarla en trozos no muy grandes. Calentar la
mantequilla en una cazuela, añadir la cebolla y freírla lentamente
durante 15 minutos hasta que esté blanda.
Paso 2
2.
Añadir la calabaza y el caldo y dejarlo cocer a fuego lento durante
20 minutos o hasta que la calabaza esté blanda.
Paso 3
3.
Dejar enfriar. Pasar la mezcla por la batidora hasta que quede
homogénea e introducirla de nuevo en la cazuela. Salpimentar al gusto,
añadirle la nata y calentar a fuego lento, hasta que esté caliente.
Tal
y como se ve en los dibujos, podemos hacer partícipes a los niños
en la elaboración de esta crema; bajo nuestra supervisión, claro
está.
Otra
cosa que pueden dejarles hacer es que se encarguen de la decoración
de los platos, por ejemplo, con un dibujo hecho con nata, adornos de
queso rallado, o toques de hierba buena.
Les
paso también una selección de cuentos infantiles dedicados al
otoño, y que he encontrado buscando setas en internet. ¿Por
qué no prueban a contárselos a sus pequeños, al tiempo que les
piden que dibujen lo que se les ocurra, lo que a ellos les inspiren
los relatos?
Para
finalizar hoy, les regalo este emotivo poema de José Hierro:
VIENTO
DE OTOÑO
Hemos
visto, ¡alegría!, dar el viento
gloria
final a las hojas doradas.
Arder,
fundirse el monte en llamaradas
crepusculares,
trágico y sangriento.
Gira,
asciende, enloquece, pensamiento.
Hoy
da el otoño suelta a sus manadas.
¿No
sientes a lo lejos sus pisadas?
Pasan,
dejando el campo amarillento.
Por
esto, por sentirnos todavía
música
y viento y hojas, ¡alegría!
Por
el dolor que nos tiene cautivos,
por
la sangre que mana de la herida
¡alegría
en el nombre de la vida!
Somos
alegres porque estamos vivos.