Mostrando entradas con la etiqueta Un sueño. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Un sueño. Mostrar todas las entradas

domingo, 8 de noviembre de 2015

El pez aprende a decir adiós

A un ser alado...

Hoy estoy un poco preocupada porque noto a mi pez volador un muy triste. 

¿Habéis visto alguna vez a un pez llorar? Sus lágrimas son pequeñas estrellas que se transforman en espuma y se elevan al cielo. Por eso me he dado cuenta, y al preguntarle el por qué de su melancolía, de sus suspiros desconsolados, me ha dicho que tiene a alguien que se marcha de su trocito de mar, y que como no le había ocurrido antes, no sabe cómo despedirse, cómo decir adiós con sus aletas.

Tiene razón, no se lo había explicado hasta ahora. Me he puesto a pensar en nuestros niños queridos, en cómo aprenden a despedirse, a asumir que no volverán a ver a algún amiguito, o a algún familiar.

¿Cómo se les enseña? En realidad no lo se, pero supongo que lo importante es estar cerca de ellos y responder a sus preguntas sobre la ausencia de alguien a quien echan de menos. 

De pequeña fui a muchos campamentos de verano, y creo que el peor día de todos era el último. Antes de marcharnos de cada emplazamiento, de subirnos en los autobuses para emprender la vuelta a casa, solíamos cantar siempre la misma canción. Nos cogíamos de las manos y sí, lo admito, echábamos hasta el moco más profundo, porque era el momento de decir adiós a los compañeros con los que tantas cosas habíamos compartido. 

Era esta:


Se la he puesto a mi pez, y si bien no le ha alegrado los ojitos, al menos ha estado cantando un ratito y bailando sobre las olas. Creo que es la forma de recuperarse del adiós a su amigo volador. 

Le va a costar mucho no volver a verle, porque según me ha dicho mi pez, este ser alado ha sido muy especial. Han debido compartir muchas aventuras, y lógicamente, saber que mañana no lo verá, que no va a poder jugar con él, ni contarle sus secretos, será durillo.

Pero ahí estaré yo, para darle ánimos y resolver sus dudas. Por lo pronto, y pensando en su amiguito con alas, he recordado un cachito de poema de un autor de sobra conocido, Edgar Allan Poe, que habla de despedidas y que dice así:

Un sueño
¡Recibe en la frente este beso!
Y, por librarme de un peso
antes de partir, confieso
que acertaste si creías
que han sido un sueño mis días;
¿Pero es acaso menos grave
que la esperanza se acabe
de noche o a pleno sol,
con o sin una visión?
Hasta nuestro último empeño
es sólo un sueño dentro de un sueño.

Pequeño pez, recuerda a tu ser alado con cariño, con amor y déjale partir. No es fácil, y más de una vez tus lágrimas se confundirán con el agua turquesa. Pero mi niño, piensa que él va a estar bien, y que si vuestra historia ha sido tan bonita como me has dicho, vuestros pensamientos volarán muy alto y se encontrarán en el reino de los sueños.

Levanta tu aleta, agítala suavemente y dile... ¡hasta pronto y buena suerte!