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jueves, 16 de agosto de 2012

Alas de papel

El otro día hablé de un libro clasificado para mujeres, y hoy toca compensar con uno que podría ser para ellos.

He escrito ciertas palabras en cursiva para poner el acento sobre ellas, porque lo cierto es que no me gusta hacer distinciones. Cualquier libro puede ser leído por todo aquel que le apetezca sumergirse entre sus páginas. ¿O es que en el colegio, en el instituto, o en la universidad, cuando teníamos lecturas obligatorias, el profesor separaba la clase entre chicos y chicas para repartir los textos entre unos y otras? No, ¿verdad? Yo no lo recuerdo.

Me gustaría pensar que en las familias ocurre igual, que no se eligen las lecturas por géneros, porque en mi opinión, eso supone una discriminación enmascarada. Debo aclarar que no tengo hijos, y puede que por este motivo piense así. Aunque creo que si algún día los tengo, me preocuparé por proporcionarles los textos en función de sus gustos, sin tener en cuenta si llevan faldas o pantalones.

Este rollo viene a cuento porque el libro del que les quiero hablar hoy me lo regalaron en 1986, y, en principio, se sale de los cánones establecidos en materia de regalos para niñas. El caso es que disfruté con él muchísimo, sobre todo porque me descubrió unos paisajes lejanos, y una cultura que desconocía por completo.

Se trata de Miguel Strogoff, de Julio Verne, publicada por primera vez en 1876.

Este es mi ejemplar, publicado por la Editorial Molino. Por cierto, esta editorial ya no lo tiene en su catálogo.


Esta es la reseña que podemos encontrar en el Grupo Edebé, que lo  tiene a la venta para jóvenes de 16 años. Así que como verán, no se trata de una lectura infantil, pero sí para jovencitos que quieran vivir aventuras en papel. Como curiosidad, les diré que yo me lo leí con 12 años.
«Miguel Strogoff, es en realidad un agente secreto del zar de Rusia y, como tal, un hombre de acción. Su misión es llevar un importante mensaje al otro extremo del imperio, sacudido en esa época por levantamientos y guerras, plagado de espías y amenazas. El lector vivirá con él todo tipo de emociones pensando cómo se las apañará el héroe ante los peligros que le salen al paso: la lucha con el oso siberiano, las tormentas y la fuerza de la naturaleza, la prisión, la tortura... Sólo una mujer, la joven Nadia, se mantendrá a su lado hasta el final ».

Y esta es la portada de ese ejemplar:

Por otro lado, he encontrado una página Web que tiene mucha información sobre su autor, Julio Verne, y buceando un poco en ella, he llegado hasta la versión en dibujos animados de Miguel Strogoff:


Hombre, es en francés, pero las animaciones están muy chulas, y además, ese idioma suena tan bien…


Como pueden ir comprobando, en mi casa siempre hubo libros de todo tipo, y mis padres me abrieron el abanico de la imaginación, me proporcionaron alas de papel. Y en cierto modo, esas alas son ahora las de mi Pez Volador.

Para concluir, les regalo una reflexión, que no es mía, sino del señor Verne:

“Todo lo que una persona puede imaginar, otras podrán hacerlo realidad”.