La
casa estaba en silencio. Todos dormíamos. O eso creía yo.
El
Pez Volador estaba trasteando en la pequeña biblioteca. Estaba
buscando un libro, uno en concreto, y por fin lo localizó.
Pero,
oh, vaya, se puso tan nervioso que se le acabó escurriendo de sus
aletas.
¡¡Al
suelo!!
Me despertó.
No
quise asustarle, así que me acerqué despacio a la librería. Estaba
segura de que el ruido venía de allí. Él ya no estaba, pero había
un hueco en una de las estanterías. Sabía de qué libro se trataba.
Cuál era el que faltaba. No entendía nada.
Llegué
hasta su habitación. Estaba casi todo a oscuras. Y digo casi porque
el Pez estaba bajo sus sábanas, tapado completamente, y ayudado de una
linterna leía algo.
Me
di la vuelta, regresé a mi cuarto, e hice como si me levantara en
ese momento. Encendí la luz de mi mesa de noche, y empecé a caminar
por el pasillo.
En
seguida apagó la linterna, como intentando disimular. Incluso, fue
muy gracioso, imitó un ronquidito.
Me
acerqué a su cama, le coloqué las sábanas para verle la carita, y
allí estaban las pruebas, la linterna y el libro. No quise romper su
propia magia, así que decidí esperar a la mañana para hablar con
él.
Pasaron
las horas, y por fin, el dormilón abrió sus ojitos y vino a
desayunar.
-Buenos
días, pequeño.
-Buenos
días, Paz.
-¿Qué
tal dormiste? Vi que estuviste leyendo un ratito.
-Sí.
Jo, me has pillado. Es que he visto que pronto se van a celebrar unos
campamentos en un sitio muy bonito, y me apetece mucho ir.
-¿Ah,
sí? Y, ¿dónde és? Háblame un poquito de él.
-Mira,
Paz es éste:
-¡Oh!, vaya, es una maravilla. Pero sabes una cosa, cariño, ya había pensado mandarte allí este verano, al campamento de la Poshada Rural, porque conozco el sitio. Y en cierto modo tú también, porque ya lo hemos mencionado antes, por ejemplo cuando hablamos de ciertas musiquitas pegadizas o de nuestra amiga Carolina. ¿Te acuerdas?
-¡Ah!
Claro, ahora ya sé por qué me sonaba.
-Vale,
vale, por eso estás interesado en el Manual de los jóvenes
castores, ¿no es así?
-Claaaro.
Es que tiene muchos trucos, juegos, actividades para hacer en un
campamento. Seguro que tú ya lo sabes, porque el libro es tuyo.
-Pues
sí, así es. Verás, lo publicó
en 1977 Ediciones Montena. Tal y como tú dices, nos cuenta un montón de cosas que giran en
torno a un campamento. Y lo hace de la manera más divertida posible, a
través de los revoltosos sobrinos del Tío Gilito, Jorgito,
Jaimito y Juanito. Sí, lo has adivinado, son personajes de Disney, y mi niño, te lo aseguro, esta lectura no te va a defraudar.
Por
ejemplo, si una de las tardes, cuando estés en La Poshada Rural, hace mal
tiempo y no puedes estar haciendo cosas fuera, venga, te propongo que
les enseñes a tus compis un juego. Es más fácil de lo que parece,
pero no te quiero dar pistas. De hecho, te lo voy a enseñar a ti y a
todos nuestros amigos, pero no lo voy a resolver hasta que nos
volvamos a leer aquí. ¿Te apetece intentarlo?
-Sí,
sí, sí. Entre todos lo vamos a hacer, estoy seguro.
-Bueno,
ahí va el reto:
Otra
de las cosas que proponen en el libro es la utilización de un código
secreto para que los mayores no les
descubran los secreto. Es éste:
-Jo,
Paz, qué ganas tengo de que llegue ya ese campamento. Te prometo que
me voy a portar muy muy bien, para que me dejes ir. Y porfi, ¿me
prestas el Manual de los jóvenes castores?
-Te
lo presto si me prometes que lo vas a cuidar tanto como yo lo he
hecho.
-Prometido.
-Bien,
entonces es tuyo hasta que te marches al campamento.
Es curioso, no
se si crees en las casualidades. Hace mucho tiempo, cuando empecé a
crear este espacio en mi cabeza, me hice con un cuaderno, y fui
apuntando las ideas que tenía, los libros que quería reseñar.
Bien, pues este Manual
tan especial era uno de ellos. Y fíjate en la foto que te voy a
enseñar:
-Oh,
vaya, Paz, sí que es una casualidad. Yo sí creo en ellas.
-Ya
ves. En la hoja de al lado coloqué una postal de La Poshada, y
escrito a lápiz, una flechita que sale de ella, va hacia el lugar
donde trato el libro del que hablamos hoy, y escribí “la
inspiración”...
Bueno,
mi querido Pez Volador, te dejo con esta fantástica lectura.
Para
finalizar, voy a invitar desde aquí a los papás de nuestros niños
queridos a que lleven a sus
hijos a un campamento como el de La Poshada Rural. Yo fui a muchos de pequeña, e
incluso de adolescente, y les aseguro que es una experiencia que todo
pequeñajo debe vivir, al menos, una vez en su vida. Y si es en un
lugar como éste, mejor todavía.
Besos
y achuchones para todos...
P.D.: Nuevas posibilidades para los peques de la casa: ¡¡La Poshada Rural cuenta con ofertas para campamentos de 7 días, y descuentos para hermanos!!
Infórmate aquí: Campamentos de La Poshada Rural
¿Aún te lo estás pensando? Mi Pez ya tiene listo su petate...
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