Shivani, mi niña El jueves 28 de enero recibí una de las llamadas más importantes de mi vida. La persona que estaba al otro lado del teléfono me preguntó si estaba de pie o sentada. Solo con esas palabras me empezaron a temblar las piernas y apenas pude articular palabra.
Sentada, le dije yo. Y madre mía, menos mal, porque la noticia que me dio fue de las más maravillosas que he recibido nunca. ¿Sabes por qué? Porque me hablaron de ti. Y no como un sueño, ni como una ilusión, sino, por fin, de ti como persona real que siente, respira y vive.
Si la llamada me puso la piel de gallina, cuando recibí un correo electrónico con todos tus datos, no pude parar de leer y releerte. Quise mantener la compostura, pero cuando te vi, tu foto, tu carita, ¡ay, me emocioné muchísimo!
Eres tú, mi pequeña princesa de piel del color de la canela. Mi anhelo hecho más real. Shivani, mi niña. Sí, ese es tu nombre, y desde el principio me conquistó, me atrapó como una seda suave. En ese momento supe que te lo mantendría. ¿Quién soy yo para cambiar parte de tu identidad y de tus raíces? Sí, te lo confieso, tenía pensado un par de nombres para tí. Pero no, mi cielo, serás la preciosa Shivani.
¿Y ahora qué? Pues tengo que reunir una serie de documentación, un poco más de burocracia y hacerte un álbum con fotos mías para que tú también me vayas conociendo. Y me han dicho que debo dirigirme a ti no con mi nombre, sino como tu mamá. No te imaginas cómo me siento ahora que empiezo a llamarme a mi misma así. Es una sensación increíble y que pensaba que nunca llegaría. Pero ese nunca ahora se transforma con la magia de la esperanza en un siempre. Por eso te doy mi primer GRACIAS, por haber nacido y por estar ya en mi corazón.
Es pronto para decirlo, pero sé que ya te quiero, y con estas palabras te doy la bienvenida a mi vida. A partir de ahora mira al cielo, verás que las nubes tienen forma de besos. Son míos, te mandaré uno cada día con las estrellas para que te acompañen hasta que te pueda abrazar y dártelos en persona.
-Hola pequeño, ¿qué te
pasa? Te noto un poco triste.
-Es que mañana, en
España, se celebra el día de la madre.
-¿Y eso te pone triste?
¿Por qué?
-Porque no sé qué es una
madre, y no sé si yo puedo celebrar también ese día, como nuestros
niños queridos. ¿Me ayudas a
entenderlo?
-Claro
que sí. Bueno, al menos voy a intentarlo.
Una
madre es la persona que te hace el regalo más grande de todos, el de
la vida. Te trae al mundo, bien a través de su propio cuerpo, bien
formando parte de ella, aunque no te haya dado a luz.
-Ah,
pues sí que es un regalazo. Pero, y yo, ¿cómo nací?
-Verás,
tú naciste en mi cabeza. Allí te di forma, te imaginé, y desde ese
mismo momento te quise, te di cariño. Y cuando estuviste listo, te
presenté al mundo. Desde ese día, caminamos, volamos y nadamos juntos; y
tesoro, quién sabe a dónde llegaremos.
-Entonces,
¿tú eres mi madre?
-Bueno,
en cierto modo sí.
-Me
gusta, mami. Venga, háblame más de las mamás, ¿cómo son?
-Las
madres son geniales, aunque en ocasiones no estemos de acuerdo con
ellas. Sí, a veces se ponen un poco pesadas, que si abrígate, que
si debes comer bien, que si debes ser educado, en fin, todo eso. Pero, ¿sabes una cosa? Lo hacen por nuestro bien. Ellas
solo quieren que estemos estupendamente, que seamos felices, y que la
vida nos sonría.
-¿Siempre?
-Claro.
Además, son como muchas protagonistas de los cuentos que tanto nos
gustan, fantásticas, y mágicas: pueden convertir cuatro
ingredientes en el manjar más apetitoso; saben remendar la ropa de tal
manera que al usarla de nuevo luzcamos como reinas y reyes; consiguen
enseñarnos que con unos lápices de colores y una hoja en blanco
podemos crear los cuadros más vistosos.
-¿Y
solo hacen eso?
-¿Sólo?
¿Te parece poco?
-No,
mami, es que como no sé cómo son, tengo una y mil preguntas.
-Ah, vale.
Como te dije, no solo hacen eso, sino muchísimas cosas más.
Trabajan duro cada día. Unas en oficinas, otras en casa. Unas fuera
y otras, dentro.
¿Sabes
qué? Creo que ellas son las que mantienen realmente los hogares. Su
fuerza hace que los pilares se mantengan en pié. Los papás, o los
compañeros, o quien gire en torno a las mamás, son, para mi,
actores secundarios. Ey, pero te digo una cosa, qué importantes son
esos secundarios. Además, piensa que muchas lo hacen solas, y tiran
para adelante con o sin ayuda. Por eso son tan increibles, ¿no te
parece?
-Síque lo son. ¿Y qué más? ¿Cómo es tu mamá?
-¿La
mía? Valiente, inteligente y una auténtica artista. Lo mismo borda,
que pinta. Menuda imaginación. Chico, yo no he heredado esa
cualidad. Fíjate qué cosa tan bonita me está haciendo. Forma parte
del chaleco de un traje típico, y te lo aseguro, será precioso. Lo
empezó mi abuela, y mi madre le está dando vida. Cuando lo
termine te lo enseño. Este es un pequeño aperitivo:
Me
ayudó con los estudios, teniendo toda la paciencia del mundo. Porque
te diré que yo era un poco cafre, y empecé con los suspensos muy
pronto. Digamos que me distraía con el vuelo de una mosca, y claro,
eso tenía consecuencias. Pero ella siempre creyó en mi, y quiso que
me esforzara, que estudiara, que no me quedara en el camino. Y vaya
si lo consiguió. Creo que mi amor a las letras comenzó de su mano, por los libros que me compraba, las lecturas que elegía para mi.
Como ésta, la de Momo, de Michael Ende, de la que hablamos tú y yo hace mucho tiempo
ya. Ves, mi madre tenía, y sigue teniendo este tipo de detalles:
Dicen
que conforme me voy haciendo mayor, más me parezco a ella. Puede
ser. Los que la conocen lo sabrán, y si lo dicen, por algo será,
¿no? Yo, en esta foto, me saco un parecido. ¿Tú qué dices?
Sí,
yo soy la renacuaja pizpireta a la que su madre está maquillando.
¡Qué cosas!, viendo esta foto me siento muy mayor.
-Yo
no te veo mayor.
-Querido
Pez, eres un cielo. Creo que gracias a ti, al trabajo que hacemos
juntos, nunca creceré del todo.
Mira,
ahora que lo pienso, me siento muy afortunada por tener a mi madre
cerca, por ver cómo va cumpliendo años y se va convirtiendo en alguien cada día mássabio. Me gusta poder seguir escuchando sus consejos. Mi reto es
sorprenderla cada día, con pequeños o grandes actos. Hacer que se
sienta orgullosa del trabajo que ha hecho, y sigue haciendo, con sus
hijas.
-Oye,
por qué no le dedicamos algo especial a tu mamá, y a las de
nuestros niños queridos.
Porque por lo que me has contado, las madres se merecen mimos cada
día, y aunque haya un día especial dedicado a ellas, no podemos
dejar de cuidarlas y quererlas el resto del año, ¿no?
-Eso
es, mi pequeño Pez Volador. Y me parece una gran idea. A ver, ¿qué
te parece si le dedicamos un libro y una canción?
-Síiii.
Te propongo un trato: yo elijo las letras y tú la música. ¿Vale?
-Precioso, mi niño. Es una obra de la Editorial Kókinos, y reune 29
canciones infantiles del Magreb. Mira, me acabo de acordar de una
anécdota sobre este libro. Ya sabes que mi hermana María es
filóloga árabe. Bien, pues un día, María llevó este tesoro a una
de sus clases. Por cierto, se lo regalé yo, ahora que recuerdo.
Entre sus alumnos había una señora mayor que al escuchar una de las
canciones que contiene el CD que acompaña al libro se emocionó, porque la había oído
antes. Su abuela se la enseño a su madre, y su mamá se la cantaba
cuando ella era pequeñita.
-Oh,
qué tierno. Venga, pues pon tú la música. ¿Qué tienes pensado?
-En
casa siempre nos ha gustado la música, y nos encantaba ir a comprar
discos para regalárselos a nuestros padres en ocasiones especiales. Éste es uno de ellos, y era, bueno, es, de mi madre:
Es
el We can't dance, de
un grupo muy bueno que se llamaba Genesis.
Este álbum fue su recopilatorio de despedida, y se publicó en 1991.
De entre todos los temas, elijo éste para dedicárselo a todas las
mamás del mundo: Tell me why,
porque ellas tienen todas las respuestas a nuestras preguntas.
-Bueno,
pequeño, ¿qué te ha parecido?, ¿ya sabes qué es una mamá?
-Sí,
algo como tú. Ya sé que tú no tienes pequeñajos, pero me tienes a mi. Y
si algún día te llegan, no te preocupes, yo les contaré lo que tú
me has enseñado. Gracias Paz, mi mami.