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miércoles, 28 de noviembre de 2012

Poemas para el alma

Estos días, en los que tengo el corazón un poco vuelto del revés, y a los que se une la influencia de la luna llena, mi alma recurre a una vieja aliada, a la poesía. Si traslado este género lírico al mundo infantil, principal objetivo de este espacio, mi primer pensamiento es que, lo mismo, ambos mundos no tienen mucho que ver. Pero resulta que no es así. Revisando mi biblioteca particular, descubro que yo también leía poesía cuando era pequeña. Y seguro que ustedes, sin ser conscientes, también.

Aquí va un ejemplo:


No es la primera vez que en mi Pez Volador hablo de la gran Gloria Fuertes, una poetisa especial, que sin querer queriendo, nos introdujo a muchos niños de mi época en el complicado mundo de los versos y las rimas. Pero lo más curioso es que ella lo hizo fácil, divertido. ¿No creen?



Estas estrofitas tan tiernas pertenecen al libro El domador que mordió al león, publicado en 1982 por la Editorial Escuela Española, y tenía unas estupendas ilustraciones de Jesús Gabán.

El libro está descatalogado, pero si tienen ganas de presentarle a sus niños queridos la obra de esta gran escritora, les vuelvo a facilitar una página web con mucha información y material diverso relacionado con Gloria Fuertes. Les recomiendo especialmente que paseen por los Enlaces de interés, ya que podrán encontrar portales en los que comprar ejemplares de la artista de la que les estoy hablando.


Y para los adolescentes de la casa, les propongo este otro texto:


Sí, es Poesía española para jóvenes, una estupenda selección de Ana Pelegrín, y que podemos conseguir y leer gracias a la Editorial Alfaguara. Entre sus páginas podemos encontrar piezas de Juan Ramón Jiménez, Lorca, Alberti o Lope de Vega entre otros muchos autores. Está recomendado para chavales de 12 años en adelante, y las letras están acompañadas de unas ilustraciones geniales de Juan Ramón Alonso.


Así, como la niña sobre la ola, en el aire, sobre terreno resbaladizo, pero sin hundir mis pies en el agua, me siento en este momento. Pero eso es harina de otro costal. Me remito a unas palabras de la artífice del libro de poemas, Ana Pelegrín, que dice en el prólogo: “(...) la poesía ayuda a vivir”; y es cierto. No hay que tenerle miedo a la poesía, debemos quitarle el san benito de lectura culta. Gracias a un poema podemos sentir, ya que las palabras están pensadas para que lleguen directas al universo de las sensaciones.

Les invito a que les descubran la magia de las rimas a sus niños queridos, o a sus jovenzuelos. Es un mundo distinto, y muy especial.

Para despedirme hoy, elijo un poema de un escritor que está en Poesía española para jóvenes. Es de Luís Cernuda, y reconozco que a este autor lo he redescubierto hace relativamente poco tiempo. Casualmente, cuando mi corazón estuvo también en medio de aguas bravas.

Orillas del amor
Como una vela sobre el mar
resume ese azulado afán que se levanta
hasta las estrellas futuras,
hecho escala de olas
por donde pies divinos descienden al abismo,
también tu forma misma,
ángel, demonio, sueño de un amor soñado,
resume en mí un afán que en otro tiempo levantaba
hasta las nubes sus olas melancólicas.

Dulces sueños a todos, a los grandes y a los chicos

lunes, 24 de septiembre de 2012

La vuelta


Se acabaron mis vacaciones. He disfrutado, he descansado, y sí, también he trabajado.

La última etapa de mis días de descanso la he pasado en el hogar donde se desarrolló mi infancia y parte de mi adolescencia. Tras esa casa hubieron otras, en diversos lugares, incluida en la que resido actualmente. Pero esa, ¡ay, esa!, es la que me despierta más sentimientos, la que me induce a la nostalgia.

Bien, mi trabajo ha consistido en catalogar los libros infantiles con los que cuento. Fotografiarlos -pido perdón de antemano por algunas instantáneas, ya que reconozco que no son muy buenas- y meterlos en mi mochila particular para presentárselos. Evidentemente, los he tenido que dejar allí, donde me estarán esperando cada vez que regrese, física o mentalmente.

Son muchos, sí, e intuyo que algunos de ellos ya no será posible conseguirlos, pero aún no sé cuales serán.




Ahora viene la segunda parte de mi misión. Tengo que clasificarlos, ordenarlos, e ir haciendo las averiguaciones pertinentes. Saber si se pueden adquirir en la actualidad, y en qué formatos están disponibles.

Y como por algún lado hay que comenzar, lo haré con una petición llegada desde Italia.

Se trata de un libro que estuvo presente en la niñez de una persona, y que resulta que en la mía también. Esta es la prueba:


Esta costumbre la sigo teniendo, firmar y fechar mis libros. Ahora, incluso, escribo el lugar donde he comenzado a leerlos.

Incisos a parte, sí, es Momo, de Michael Ende.

Publicada por primera vez en 1973, narra la la historia de una niña huérfana italiana, que cuenta con una particularidad: tiene la habilidad de escuchar.

Ella, con su imaginación y su decisión, será capaz de vencer a los Hombres grises, unos malvados seres que tienen como misión despojar del tiempo a los habitantes de la ciudad.

En la aventura le acompañan Gigi Cicerone, Bepo Barrendero, y la tortuga Casiopea, un ser especial que se comunica mediante mensajes luminosos en su caparazón.


La Editorial Alfaguara lo sigue comercializando, y lo recomienda para niños de 12 años en adelante. Es fácil conseguirlo en cualquier librería. También es posible adquirirlo en formato digital, y he comprobado que es muy asequible y sencillo de localizar en la Web.

Y por último, he encontrado esta maravillosa película italiana, dirigida por Enzo D'alò, y que nos regala, en dibujos animados, el libro de Ende:


Bien, con este personaje tan especial comienzo de nuevo. Seguiré trabajando, y pronto, en el Pez Volador, irán descubriendo mis tesoros, esos que tengo en las estanterías que antes les mostré.

Para despedirme, he elegido esta frase del libro:

Existe una cosa muy misteriosa, pero muy cotidiana. Todo el mundo participa de ella, todo el mundo la conoce, pero muy pocos se paran a pensar en ella. Casi todos se limitan a tomarla como viene, sin hacer preguntas. Esta cosa es el tiempo”.

¡Hasta pronto!


domingo, 19 de agosto de 2012

Fantasía a raudales


Me resulta un placer hablar de esta historia. Fue uno de los primeros libros que me hizo amar la lectura; que me abrió el camino de la literatura fantástica; y que me proporcionó mi primera pequeña desilusión cinematográfica.

La historia interminable, de Michael Ende, llegó a mis manos en 1983. El aspecto del libro, publicado por la Editorial Alfaguara, no era muy apetecible, con las tapas en gris y azul, y con las letras en amarillo y rojo. En fin, nada del otro mundo. Con esta apariencia, todo apuntaba a que seria un libro un poco aburrido:




Sin embargo, una gran sorpresa me esperaba en su interior. En seguida me impliqué en la historia, y llegué a sentir las emociones y las angustias de los personajes del libro, que a grandes rasgos, se enfrentan a la desaparición del Reino de Fantasía, que poco a poco está siendo devorada por La Nada. ¿Y qué es La Nada? Es difícil de definir, pero para mi era un monstruo sin rostro ni cuerpo, llena de malos sentimientos, y, sobre todo, de la falta de imaginación de los seres humanos.

Eso es lo que realmente estaba destruyendo ese reino, y si lo pensamos bien, el mundo tal y como lo conocemos. Por eso siempre he vivido un poco en las nubes, porque he creído, y creo, que la imaginación es, en buena parte, lo que me ayuda a sentirme viva.

Como no quiero “copiar y pegar” cosas que ya están escritas, les paso la entrada de Wikipedia en la que se habla del libro; especialmente curiosa me resulta la parte en la que se menciona el  Proceso de creación. Se los recomiendo:


Actualmente, la Editorial Alfaguara sigue publicando el libro, en su sección Juvenil. La última edición disponible es del año 2007:



Por cierto, también es posible conseguirlo como libro electrónico en numerosas páginas Web, como por ejemplo ésta:


Según voy avanzando en este mi reto personal, el de posicionar los libros de mi pasado en la actualidad, me he dado cuenta de una cosa: hoy en día se recomiendan muchas de mis lecturas favoritas a niños de una edad superior a la que yo tenía cuando disfruté de ellas. Por ejemplo, éste que me ocupa ahora. La Historia Interminable está orientada a partir de 12 años.

Y me pregunto por qué. Supongo que es un debate abierto, en el que habrá opiniones para todos los gustos. ¿La mía? Que la infancia de ahora tiene quizás más entretenimientos que nosotros, o al menos, distintos, y que entre sus distracciones no se encuentra la lectura. No tienen el hábito, y tampoco, en líneas generales, se les fomenta. Por eso, la pesada de Paz, cada vez que tiene que hacer un regalo a un menor, elige un libro. No sé qué harán con él, si acabará olvidado, o si los padres animaran a su lectura, o si ellos mismos se sentirán tentados a leerlo. Esta última opción es mi verdadera esperanza.

¿O es que la rara era yo, que me gustó leer desde pequeña?

En cuanto a la película, me decepcionó en su momento porque no fue un fiel reflejo del libro. Es verdad, era una tarea difícil, y la prueba está en que se dejaron media novela fuera. Pero, hay que reconocer la labor de su director, Wolfgang Petersen, que en el año 84 nos regaló casi 100 minutos de auténtica aventura, que supo transmitir la magia del libro, y que puso rostro a unos personajes que forman parte de nuestro imaginario particular, como por ejemplo, al guerrero Atreyu, a la dulce Emperatriz, al suave dragón blanco Fujur; o a dos de mis favoritos, el Comepiedras, y la vieja tortuga Morla.

Este es su trailer, con la canción The neverending story, compuesta para el film por Moroder, e interpretada por el cantante Limahl. Si pueden, véanla de nuevo. Sigue siendo mágica.



Les recomiendo que rescaten este libro de sus bibliotecas, le quiten la capa de polvo que tenga encima, y se lo presenten a los niños que tienen a su alrededor. Pondrán en marcha sus cerebros, y eso es algo que ahora no les agradecerán, pero puede que sí en el futuro.

Concluyo hoy con una frase que aparece en La Historia Interminable, y que me resulta completamente actual:

“(…) Porque el humano sin esperanzas es fácil de controlar y aquél que tenga el control, tendrá el Poder.”

Puede que sus niños no la acaben de entender, pero, ¿a que ustedes sí? …