Será porque he comenzado ya mis vacaciones, me
viene a la cabeza una serie de televisión que podríamos llamar mítica: La
vuelta al mundo de Willy Fog. ¿Quién no ha imaginado alguna vez realizar un
viaje así? No sé ustedes, pero yo sí.
De la mano de este caballero inglés recorrimos el
planeta, vivimos unas aventuras estupendas, y vimos cómo se enamoraba de una
princesa exótica. Vamos, que la serie tenía todos los ingredientes necesarios
para que una soñadora como yo permaneciera pegadita al televisor el tiempo que
duraba el capítulo del día.
Esta era su cabecera:
Pudimos verla en España a principios de los años 80,
y fue una producción de BRB Internacional en asociación con Televisión Española.
En la actualidad, se pueden conseguir los episodios en
Youtube. Con un poco de paciencia, se encuentran todos.
Fue una estupenda adaptación del libro de Julio
Verne La vuela al mundo en 80 días, escrita por el visionario francés en
1872. En su libro, el protagonista se llama Phileas Fogg, y su ayudante, Jean
Passepartout (Picaporte en castellano)
Esta fue una de sus primeras portadas:
Tanto el libro como la serie, cuentan
la historia de un caballero inglés que hace una apuesta, y que cumplirá, por
los pelos, después de pasar por mil y un contratiempos.
Los niños de hoy tienen la posibilidad de conocer
esta entretenida historia con adaptaciones pensadas para ellos, como por
ejemplo, la versión de Jerónimo Stilton, publicada por la Editorial Planeta:
Por otro lado, la Editorial Vicens Vives,
dispone el libro en formato electrónico.
Es posible ver también alguna película
basada en la obra de Verne. Yo, particularmente, me quedo con ésta de 1989, dirigida por Buzz Kulik, en
la que Fogg está interpretado por Pierce Brosnan:
Buenas noches, y vuelen muy alto y muy lejos, déjense guiar
por la imaginación, y lleven en este viaje a los pequeños de la casa, para que
ellos también puedan dar la vuelta al mundo con los ojos de la fantasía…
Me resulta un placer hablar de esta historia. Fue uno de los primeros
libros que me hizo amar la lectura; que me abrió el camino de la literatura fantástica;
y que me proporcionó mi primera pequeña desilusión cinematográfica.
La historia interminable, de Michael Ende, llegó a mis manos en 1983. El
aspecto del libro, publicado por la Editorial Alfaguara, no era muy
apetecible, con las tapas en gris y azul, y con las letras en amarillo y rojo.
En fin, nada del otro mundo. Con esta apariencia, todo apuntaba a que seria un
libro un poco aburrido:
Sin embargo, una gran sorpresa me esperaba en su interior. En seguida me
impliqué en la historia, y llegué a sentir las emociones y las angustias de los
personajes del libro, que a grandes rasgos, se enfrentan a la desaparición del
Reino de Fantasía, que poco a poco está siendo devorada por La Nada. ¿Y qué es
La Nada? Es difícil de definir, pero para mi era un monstruo sin rostro ni
cuerpo, llena de malos sentimientos, y, sobre todo, de la falta de imaginación
de los seres humanos.
Eso es lo que realmente estaba destruyendo ese reino, y si lo pensamos
bien, el mundo tal y como lo conocemos. Por eso siempre he vivido un poco en
las nubes, porque he creído, y creo, que la imaginación es, en buena parte, lo
que me ayuda a sentirme viva.
Como no quiero “copiar y pegar” cosas que ya están escritas, les paso la
entrada de Wikipedia en la que se habla del libro; especialmente curiosa
me resulta la parte en la que se menciona el Proceso de creación. Se los recomiendo:
Según voy avanzando en este mi reto personal, el de posicionar los libros
de mi pasado en la actualidad, me he dado cuenta de una cosa: hoy en día se
recomiendan muchas de mis lecturas favoritas a niños de una edad superior a
la que yo tenía cuando disfruté de ellas. Por ejemplo, éste que me ocupa ahora.
La Historia Interminable está orientada a partir de 12 años.
Y me pregunto por qué. Supongo que es un debate
abierto, en el que habrá opiniones para todos los gustos. ¿La mía? Que la
infancia de ahora tiene quizás más entretenimientos que nosotros, o al menos,
distintos, y que entre sus distracciones no se encuentra la lectura. No tienen
el hábito, y tampoco, en líneas generales, se les fomenta. Por eso, la pesada
de Paz, cada vez que tiene que hacer un regalo a un menor, elige un libro. No
sé qué harán con él, si acabará olvidado, o si los padres animaran a su
lectura, o si ellos mismos se sentirán tentados a leerlo. Esta última opción es
mi verdadera esperanza.
¿O es que la rara era yo, que me gustó leer
desde pequeña?
En cuanto a la película, me decepcionó en su momento porque no fue un fiel
reflejo del libro. Es verdad, era una tarea difícil, y la prueba está en que
se dejaron media novela fuera. Pero, hay que reconocer la labor de su director,
Wolfgang Petersen, que en el año 84 nos regaló casi 100 minutos de auténtica
aventura, que supo transmitir la magia del libro, y que puso rostro a unos
personajes que forman parte de nuestro imaginario particular, como por ejemplo, al guerrero Atreyu, a la dulce Emperatriz, al suave dragón blanco
Fujur; o a dos de mis favoritos, el Comepiedras, y la vieja
tortuga Morla.
Este es su trailer, con la canción The neverending story, compuesta
para el film por Moroder, e interpretada por el cantante Limahl.
Si pueden, véanla de nuevo. Sigue siendo mágica.
Les recomiendo que rescaten este libro de sus bibliotecas, le quiten
la capa de polvo que tenga encima, y se lo presenten a los niños que tienen a
su alrededor. Pondrán en marcha sus cerebros, y eso es algo que ahora no les agradecerán,
pero puede que sí en el futuro.
Concluyo hoy con una frase que aparece en La Historia Interminable, y que me resulta completamente actual:
“(…) Porque el humano sin esperanzas es fácil de controlar y aquél que tenga el
control, tendrá el Poder.”
Puede que sus niños no la acaben de entender, pero, ¿a que ustedes sí? …
El otro día
hablé de un libro clasificado para mujeres, y hoy toca compensar con uno
que podría ser para ellos.
He escrito
ciertas palabras en cursiva para poner el acento sobre ellas, porque lo cierto
es que no me gusta hacer distinciones. Cualquier libro puede ser leído por todo
aquel que le apetezca sumergirse entre sus páginas. ¿O es que en el colegio, en
el instituto, o en la universidad, cuando teníamos lecturas obligatorias, el
profesor separaba la clase entre chicos y chicas para repartir los textos entre
unos y otras? No, ¿verdad? Yo no lo recuerdo.
Me gustaría
pensar que en las familias ocurre igual, que no se eligen las lecturas por
géneros, porque en mi opinión, eso supone una discriminación enmascarada. Debo
aclarar que no tengo hijos, y puede que por este motivo piense así. Aunque creo
que si algún día los tengo, me preocuparé por proporcionarles los textos en
función de sus gustos, sin tener en cuenta si llevan faldas o pantalones.
Este rollo
viene a cuento porque el libro del que les quiero hablar hoy me lo regalaron en
1986, y, en principio, se sale de los cánones establecidos en materia de
regalos para niñas. El caso es que disfruté con él muchísimo, sobre todo porque
me descubrió unos paisajes lejanos, y una cultura que desconocía por completo.
Se trata de Miguel
Strogoff, de Julio Verne, publicada por primera vez en 1876.
Este es mi
ejemplar, publicado por la Editorial Molino. Por cierto, esta editorial ya no
lo tiene en su catálogo.
Esta es la
reseña que podemos encontrar en el Grupo Edebé, que lotiene a la venta para jóvenes de 16 años.
Así que como verán, no se trata de una lectura infantil, pero sí para
jovencitos que quieran vivir aventuras en papel. Como curiosidad, les diré que
yo me lo leí con 12 años.
«Miguel Strogoff,
es en realidad un agente secreto del zar de Rusia y, como tal, un hombre de
acción. Su misión es llevar un importante mensaje al otro extremo del imperio,
sacudido en esa época por levantamientos y guerras, plagado de espías y
amenazas. El lector vivirá con él todo tipo de emociones pensando cómo se las
apañará el héroe ante los peligros que le salen al paso: la lucha con el oso
siberiano, las tormentas y la fuerza de la naturaleza, la prisión, la
tortura... Sólo una mujer, la joven Nadia, se mantendrá a su lado hasta el
final ».
Y esta es la
portada de ese ejemplar:
Por otro lado, he encontrado
una página Web que tiene mucha información sobre su autor, Julio Verne, y
buceando un poco en ella, he llegado hasta la versión en dibujos animados de Miguel
Strogoff:
Hombre, es en
francés, pero las animaciones están muy chulas, y además, ese idioma suena tan
bien…
Como pueden ir
comprobando, en mi casa siempre hubo libros de todo tipo, y mis padres me
abrieron el abanico de la imaginación, me proporcionaron alas de papel. Y en
cierto modo, esas alas son ahora las de mi Pez Volador.
Para concluir,
les regalo una reflexión, que no es mía, sino del señor Verne:
“Todo lo que
una persona puede imaginar, otras podrán hacerlo realidad”.
El libro del que les voy
a hablar ha estado en varias ocasiones en mi mesa de noche, porque lo he leído,
por lo menos, tres veces.
No es un libro de
aventuras, ni de grandes héroes comerciales, ni con muchos dibujos o
ilustraciones.
Es un libro, podríamos
decir, femenino, y a pesar de ello, me gustó, y me seguirá gustando toda la
vida. Y esto lo aclaro porque no me gustan los libros catalogados “para
mujeres”, o “de chicas”. Sinceramente, me aburren los argumentos en los que,
básicamente, las mujeres, que siempre tienen que estar estupendas, tienen la
obligación de esperar y ser encontradas por el hombre de sus sueños. Y si no es
un príncipe azul, bueno, no pasa nada, porque es un ser masculino que se ha fijado en ellas. Y con eso, en ese tipo de libros, parece ser suficiente,
ya que a priori, las féminas no aspiramos a nada más.
En fin, retomo el tema.
El libro del que les voy a hablar no es así, a pesar de estar protagonizado por
cinco mujeres, y que fue publicado, por primera vez, en 1868.
Se trata de Mujercitas,
de Louisa May Alcott, que narra la transformación de unas niñas en mujeres, con
la Guerra Civil de Estados Unidos como fondo. La autora plasma en esta obra sus
propias experiencias de niña, cuando vivía en la ciudad de Concord,
Massachusetts, lugar en el que se desarrolla la trama.
Foto de Louisa May Alcott
Lo traigo a este espacio
porque la primera vez que lo leí tendría unos 10 años. Y desde sus primeras
hojas, me cautivó y me hizo sentir como una más de sus protagonistas. Me quedo
con algo de todas ellas, porque en su conjunto, forman un todo único y especial.
Se las presento:
Portada de una edición de 1880
La madre, la señora
March, es la que aparece en el centro, rodeada de sus mujercitas: Jo
(Josephine), Meg (Margaret), Beth (Elizabeth) y Amy. Una de ellas muere, y sin
duda, marca un antes y después en la obra. Se trata de… Ahhh
La matriarca fomentará en
sus hijas unos valores que ella considera fundamentales: la educación, la independencia
y la pasión por lo que se hace, desde ayudar a los más necesitados, hasta
escribir o leer un libro.
Otros personajes que
destacan en la obra son el joven vecino de los March, Laurie (James
Laurence), que se acabará casando con una de las chicas, concretamente con…
Ahhh
Y la Tía March,
personaje que representa la forma de pensar de la época. Se muestra contraria a
los valores que proporciona la señora March a sus hijas, muy modernos para su
gusto, y que, según la anciana, no ayudarán a conseguir marido a las chicas,
principal objetivo de las jóvenes de aquellos tiempos. Muere viuda y sóla, y deja
la casa a una de las jóvenes, que la acabará convirtiendo en… Ahhh
Hay muchos más personajes
que ayudan a construir esta historia sencilla, pero para mí, esos son los
grandes protagonistas.
Hoy en día, el libro se
consigue fácilmente. Pero he buceado un poquito más, y he encontrado algunas
versiones más modernas, quizás dirigidas a los niños de hoy en día.
Me ha llamado la
atención, por ejemplo, este ejemplar de la Editorial Planeta, perteneciente a la colección de Gerónimo Stilton:
Se trata de una
adaptación de la obra de Alcott, que si bien cambia algunas palabras respecto
del original, está muy lograda, y las ilustraciones tienen un punto muy
divertido. Me ha gustado porque no es una nueva visión del clásico, sino que
cuenta la historia tal y como la conocemos, pero con matices distintos.
Por otro lado, el 10 de junio de 1992,
Antena 3 estrenaba una serie japonesa, basada en Mujercitas. Contó con
48 episodios, y he localizado bastantes capítulos en internet, por lo que resulta
relativamente fácil dar con ellos. Esta era su cabecera.
Y por último, les presento
los carteles de dos de las películas que se han filmado basándose en el libro
de Louisa May Alcott. La primera es de 1949, y la otra, de 1994. No sabría decirles cuál me gusta más:
Me resulta increíble que
esta obra siga siendo leída casi 150 años después de su publicación. Y creo
que eso se debe a que muchas mujeres han ido pasando el libro a sus hijas, generación
tras generación; y así ocurrió, por ejemplo, conmigo.
Ahora, les propongo rizar
el rizo. Sigan la cadena, disfruten con sus hijas de este libro. Pero también
con sus hijos. No les dejen fuera de la magia de esta lectura por el mero hecho
de ser chicos. Marmie March no lo hubiera permitido…
Ya me han comentado que uno de los daños
colaterales de este blog es que estoy haciendo recordar las bandas sonoras de
la infancia de más de uno; que esas musiquitas se meten en la cabeza, y como
consecuencia, los tarareos insistentes no paran durante horas.
No es tan malo, ¿no?
Bueno, pues mientras perfilo mi siguiente entrada,
aquí les dejo otra.
Se trata de una serie que me encantaba, y su sintonía
era muy pegadiza. Se llamaba El valle secreto, y era australiana, de 26
episodios, y se pudo ver en España, por primera vez, en 1982.
A ver si les suena:
Un grupo de chiquillos ayudaban al anciano Dan McCormack
a transformar un antiguo parque de su propiedad en un campamento de verano, que
fue bautizado posteriormente con el nombre de “Valle Secreto”.
Pero como siempre tiene que haber un grupo de
malotes en toda serie que se precie, en esta también, y eran los miembros de la
“banda de la araña”. Ellos, junto a un grupo de especuladores, trataban de
boicotear todo lo que se hacía para mejorar el campamento.
Y aquí va su cabecera, que, a modo de curiosidad,
les diré que es una canción popular australiana de finales del siglo XIX,
titulada Waltzing Matilda.
Como complemento, les paso parte de la traducción de su letra:
Tuve un sueño en el que podía cabalgar por encima
de la montaña
Derecho al camino donde el mar se vuelve azul
Árboles jóvenes, eucaliptos,
Elevándose hasta tocar el cielo.
Conozco un lugar donde todo se vuelve realidad,
Conozco un valle, conozco un valle.
Mi valle secreto que el mundo tiene que ver,
un lugar al que los niños de todo el mundo son
bienvenidos.
Por favor, ven y comparte el valle secreto
conmigo.
(…)
¿Y saben qué? Resulta que me recuerda al
lugar donde, hace poco, hablé de esta serie. Es el hotel de un amigo, La
Poshada Rural, y les aseguro que es el sitio perfecto para acordarse de cualquier
cosa…
Tendría unos 8 o 9 años. A mi ciudad llegó
un circo, y fuimos a ver el espectáculo. Debo decir que en aquel entonces soñaba con ser trapecista. ¡Qué cosas!
Trapeze
artists in circus, lithograph by Calvert Litho. Co., 1890.
La verdad es que siempre
he estado un poco en las nubes, pero esa es otra historia…
En aquel circo, la
estrella era un personaje que ya conocía de la tele, y no paré hasta que me
sacaron una foto con él. Era D'Artacan.
Sin saberlo, una vez
más, unos dibujos animados me acercaron a un autor clásico: Alejandro Dumas.
La serie en cuestión,
bautizada como D'Artacan
y los tres mosqueperros,
fue una producción hispano-japonesa, basada en la obra “Los Tres Mosqueteros”, y que se emitió entre el 9 de octubre de 1982 y el 9 de abril de 1983. Ese
mismo año, la serie fue repuesta en TVE2, entre el 15 de agosto y el 30 de
septiembre.
¿Se acuerdan?
Un problema que me surgió en su momento fue que
hasta bien grandecita, llamaba a los personajes como aparecían en la serie, es
decir D'Artacan (por D’Artagnan), Amis (por Aramis), Dogos (por Athos) y Pontos
(por Porthos).
Ese problema se solucionó cuando por fin tuve
acceso a la obra original, y di las gracias por haber tenido la oportunidad de
conocer esa gran obra de aventuras por medio de unos dibujos animados
entrañables.
La novela fue publicada en 1844 por la Editorial
Baudry, y reeditada en 1846, con ilustraciones de Vivant Baucé.
Ilustración de Vivant Baucé
Narra las aventuras del joven D’Artagnan, que
pretende convertirse en mosquetero, por lo que viaja a Paris, y así comienza
todo. No se verá solo en su empeño, ya que pronto su historia se mezcla con la
de tres mosqueteros de verdad, Athos, Porthos y Aramis, que le inculcan los
valores de su forma de vida, donde el honor y la amistad están por encima de
todo.
He averiguado que la famosa frase “Uno para todos,
y todos para uno”, es real. Pero no de la guardia francesa, sino que se trata
de un lema suizo que Dumas tomó prestado para su novela.
D’Artagnan va creciendo como persona y como espadachín,
y cumplirá su sueño de servir al rey Luís XIII y resguardar el honor de la
reina Ana de Austria.
Debo reconocer que me ha costado bastante
encontrar libros actuales que adapten la obra de Alejandro Dumas al público
infantil. Si me dan a elegir, me quedo con una versión que lleva por título “Los tres mosqueteros 1 y 2. Clásicos en cómic”, de
la Editorial Sm.
He encontrado también una Web que lleva a un videojuego
protagonizado por los personajes de Dumas. Supongo que es una forma de acercar
este clásico a los pequeños. Y a los grandes también.
Para acabar hoy, me permito recomendarles
un libro. En esta ocasión es para los mayores. Se trata de "El Club Dumas", de
Arturo Pérez Reverte, donde nuestros amigos mosqueteros desempeñan un papel
primordial. Les dejo el enlace de la novela, y les confieso que este autor es
una de mis debilidades.
Buenas noches, y
recuerden que, según Alejandro Dumas, “La vida es fascinante: sólo hay que
mirarla a través de las gafas correctas”.
PD: Encontré la foto que les había comentado. La calidad no es muy buena, pero hay que tener en cuenta que tiene más de ... y pico años, así que algo es algo.
Un besito, y recuerden, las aventuras de D'Artagnan y sus amigos son ideales para sus niños queridos. Ellos disfrutarán mucho de sus historias, y ustedes volverán a creer en el honor y la amistad.
La Editorial Everest ha respondido a
mi correo electrónico, y me ha confirmado lo que ya me imaginaba:
La colección de libros de El Árbol
Sabio está descatalogada, y no cuentan con ejemplares en stock.
Así que queda inaugurado
oficialmente El Cielo de los libros sin
presente. Hasta allí ha subido el Pez Volador, y ha puesto en una estrella la colección completa de El Árbol sabio,
cerquita de su luna.
En este cielo iré colocando, bueno, yo no, el Pez Volador, una estrella por cada libro que ya no se publique o edite. ¿Creen que llenaré el lienzo? Quién sabe. Pero lo importante es que esos textos sin presente puedan hacerse un hueco en la memoria de las letras.
Me viene ahora a la cabeza esta cita, que considero adecuada al momento: "El libro es fuerza, es valor, es poder, es alimento; antorcha del pensamiento y manantial del amor". Rubén Darío.
Árbol Sabio, gracias por haber formado parte de mi infancia. Me hubiera gustado que otros niños te hubiesen conocido. Y aunque eso va a ser un poco complicado, no estés triste, aquí estarás en buena compañía. El Pez Volador y su luna no te van a dejar nunca solo.
Ahora descanansa y luego, si quieres, sal a jugar un ratito con ellos.
P.D.: Una nueva estrella ha subido al cielo de los libros sin presente. Se trata de la dedicada a Serendipity, un ser entrañable de cuerpo rosado y cresta verde, que gracias a sus amigos, hoy sigue ejerciendo la labor que le fue encomendada en su momento: velar por la salud de las aguas que nos rodean.
El regalo más divertido de mi Primera
Comunión consistió en la inscripción en un campamento, así como el equipo
necesario para acudir a él: saco de dormir, macuto, linterna y cacharrería
diversa (cantimplora, cubiertos, plato), etc. Tuvo lugar en la Sierra de
Palancares, en Cuenca, y en teoría, duraba 15 días. Digo en teoría porque ese año
aprendí lo que significan las tormentas de verano en la Península. El
campamento prácticamente desapareció, y tuvimos que esperar a que nos vinieran
a rescatar.
No recuerdo haber pasado miedo.
Ahora que lo pienso, me doy cuenta de que
en ese momento no fui consciente de lo que estaba viviendo, y en gran parte
gracias a mi primo el mayor, que estaba allí colaborando en la enfermería. Hoy
es médico.
A la vuelta, con menos de la mitad de mis
pertenencias, y antes de tiempo, la logística familiar se tuvo que ajustar, y
me quedé unos días en casa de una de mis tías, en Madrid. Hacía calor, y estaba
un poco tristona, porque había perdido un montón de cosas por culpa de la riada,
y porque casi no me había dado tiempo a despedirme de mis nuevos amigos. Por
cierto, dice mi madre que cuando volví, tenía un acento maño de mucho cuidado,
porque mi mejor amiga de aquel campamento era de Zaragoza.
Para animarme, mis primos me trataron como
a una reina, y de hecho, me organizaron una auténtica acampada en su cuarto.
De esos días guardo, sobre todo, tres
recuerdos:
*Estas pulseras. Yo tenía la verde, y por
la noche jugábamos a encontrarnos en la habitación.
*La música que escuchaban mis primos.
Estas cintas me las grabaron ellos unos años después. Una es de Mark Knopfler,
y la otra, de Elvis Presley. Y como se puede ver, las conservo en perfecto
estado.
*Estos relatos de aventuras que descubrí
en una estantería del cuarto de mis primos.
Y es de estos libros de los que les quiero
hablar.
Se
trata de una serie escrita por Enid Blyton, y que contaba las peripecias de una
pandilla, Los Cinco, que conquistó a varias generaciones, desde los años 40,
hasta hoy, espero.
Contó con estos 21 títulos, ordenados por orden cronológico:
Los Cinco y el tesoro de la isla, 1942 Otra aventura de Los Cinco, 1943 Los cinco se escapan, 1944 Los Cinco en el Cerro del Contrabandista, 1945 Los Cinco en la caravana, 1946 Los Cinco otra vez en la Isla de Kirrin, 1947 Los Cinco van de camping, 1948
Los Cinco se ven en apuros, 1949
Los Cinco frente a la aventura, 1950
Un fin de semana de Los Cinco, 1951
Los Cinco lo pasan estupendo, 1952
Los Cinco junto al mar, 1953
Los Cinco en el páramo misterioso, 1954
Los Cinco se divierten, 1955
Los Cinco tras el pasadizo secreto, 1956
Los Cinco en Billycock Hill, 1957
Los Cinco en peligro, 1958
Los Cinco en la granja Finniston, 1960
Los Cinco en las Rocas del Diablo, 1961
Los Cinco han de resolver un enigma, 1962
Los Cinco juntos otra vez, 1963
Las aventuras, protagonizadas por Jorgina, los
hermanos Julián, Dick y Ana, y Tim, el perro de Jorgina, que les acompañaba siempre, se desarrollan entre meriendas, refrescos y paseos en
bicicleta.
A modo de curiosidad, les paso este
archivo que he encontrado, con una canción del dúo Enrique y Ana, en la
que se habla de Los Cinco. Fue la sintonía de una serie basada en estos libros,
y que se pudo ver en España en 1978. Sinceramente, yo no la recuerdo, pero la canción sí.
Para los que no recuerdan
estos libros, o para los que quieran saber más, les paso este enlace. Está
bastante completo, y da la oportunidad de descargar los relatos de la escritora,
incluidos los de Los Cinco, abriendo así la puerta a las nuevas tecnologías.
Afortunadamente, los libros se pueden
conseguir actualmente en cualquier librería. De hecho, he comprado alguno para
regalar. Pero si lo que les va es comprar en la Red, les ofrezco la posibilidad
de hacer sus pedidos en una pagina Web que tiene de particular que pertenece a la empresa que ha
publicado, de forma continuada, los libros de Los Cinco desde su llegada a
España, hace ya unas cuantas décadas. Se trata de la Editorial Juventud, y este
es su enlace:
Y para terminar, hoy me despido con
música. En este caso, con una canción que está en una de las cintas que les
enseñé antes, la de Mark Knopfler. Se trata del tema “Wild theme”,
perteneciente al álbum Local Hero, de 1983. En su momento, me ayudaba a
dormir, y creo que volverá a hacerlo…